Gracias te da Tu manada pequeña,
¡oh Padre Celestial! por Tu inmensa bondad.
El agua que hiciste brotar de la peña
y el hambre que apagara Tu maná,
de continuo repiten del Amor el prodigio
a los que a Ti quieren acudir,
que dejando fuera humanos prestigios
reverentes se humillan, entregándose a Ti.
El Maestro amado, con sabiduría
nos mostró el camino que lleva hacia Él:
orar, orar siempre, con fe y alegría
sabiendo que el Padre, al que en Él confía
y da gracias con gozo, cual si ya tuviese
su anhelo logrado, siempre escuchará.
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