La creencia de que los valores del hombre residen en la posición que ocupa o en los bienes materiales que posee, es lo que ha dado origen a lo que los hombres llaman clases sociales. Mas esta creencia de la mente mortal especulativa se destruye a sí misma al ser analizada a la luz de la Ciencia Cristiana. Esta Ciencia nos enseña que todas las discordancias humanas tienen su origen en la ilusión de que el hombre es un mortal, producto de un Dios antropomórfico que envía tanto el bien como el mal y que ha condenado a los hombres a sufrir todas las miserias de una creación que el mero razonamiento humano no puede comprender.
La alegoría bíblica que se encuentra en el capítulo segundo y en los siguientes del Génesis, y que bien conocen todos los que leen la Biblia, describe al hombre como creado del polvo y a la mujer de una costilla del hombre. Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana muestran claramente que esta alegoría no es la verdad acerca de la creación, sino que ilustra la ilusión de una supuesta existencia originada en el polvo o la materia. La aceptación de esta ilusión ha eclipsado de la percepción de los hombres la realidad espiritual y científica de la creación, en la cual el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y dotado de dominio sobre toda la tierra.
La descripción del hombre real se encuentra en Génesis 1:26, 27: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó”. Esta declaración científica respecto a lo que es el hombre, necesariamente requiere que los hombres investiguen el origen del cual proceden si desean saber lo que son.
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