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[Para adolescentes]

El triunfo de Carlitos

Del número de julio de 1970 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿ Me elegirán para integrar el equipo? ¿ Conseguiré el empleo que busco? ¿Formaré parte de la selección estudiantil?

Mucho deseaba Carlitos formar parte del equipo estudiantil de basket-ball. Un buen número de muchachos se presentó a la selección, pero sólo doce serían elegidos. Cuando Carlitos regresó a su casa después de la selección final, le dijo a su madre en tono fatalista: — Bueno, ahora le toca decidir al entrenador. No sé que chance tendré— y no mostró mucho interés cuando su madre le recordó que ésta era una oportunidad para hacer uso de su comprensión de la Ciencia Cristiana.

—¿ Qué puedo hacer?— dijo. Ahora le toca decidir al entrenador.

—No — replicó su madre — no es el entrenador quien decide, sino tú.

Carlitos se sintió perplejo, no obstante escuchó a su madre quien continuó diciendo: —Cuando estés dispuesto a dejar de hacer planes humanamente, y te decidas a participar alegremente en el equipo de Dios, la decisión será la correcta, y estarás contento con ella.

Esta vez Carlitos comprendió lo que su mamá quería decirle porque él había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que el equipo de Dios está formado por todos Sus hijos, que Lo reflejan de modos maravillosamente diferentes. La vida de Cristo Jesús probó que cada hijo de Dios juega una importante e intrépida posición en el plan divino.

Cuando una persona ve esto claramente, puede confiar en Dios, como Jesús lo hizo, para que lo guíe aun en aquellas situaciones que parecen estar por entero en manos de otros. Así que realmente la elección era de Carlitos, y no dependía del entrenador, y Carlitos comenzó a hacer la elección. Su elección fue ver a Dios gobernando el universo, incluyéndose como una idea dirigida por Dios. Como resultado, perdió su ansiedad. Varios días después, fue elegido para integrar el equipo, y tuvieron una temporada de mucho éxito.

Después de eso Carlitos tuvo otras oportunidades para escoger y jugar en el equipo de Dios, dejando a un lado los planes de la voluntad humana, y permitir que se hiciese la voluntad de Dios en su experiencia. Carlitos admite que el resultado humano no siempre ha sido aquel que él esperaba, pero posteriormente ha tenido la evidencia de que la respuesta era la correcta.

La Biblia contiene muchas historias de hombres y mujeres que prefirieron confiar de todo corazón en Dios, trabajar para Él y servir como Su representante. José, David, Daniel, Josué, Nehemías, todos fueron hombres cuya lealtad primordial era a Dios, y así fueron comisionados a realizar grandes obras para su gente. Una persona dedicada a una misión designada por Dios no tiene que solicitar favores personales, delinear programas ambiciosos ni lamentar contratiempos.

José tuvo que enfrentar varios contratiempos en su carrera que parecían completamente injustos o injustificados. No obstante, su deseo de seguir la dirección de Dios fue tan sincero que cada contratiempo lo condujo a una misión mucho más importante.

Daniel tampoco actuó con la intención de ser aceptado o promovido por el rey. Escogió adorar a Dios con tal unidad de propósito que no solamente fue completamente protegido cuando lo arrojaron a los leones, sino que al final el rey fue forzado a reconocer la omnipotencia del Dios de Daniel.

El escoger a Dios primero, y permitir que sea hecha Su voluntad, elimina de nuestras vidas cualquier elemento de suerte o favoritismo. Entonces no seremos elegidos para el equipo si no estamos preparados para tal experiencia; pero si lo estuviésemos, nada podrá impedir que seamos elegidos.

Los estudiantes de la Ciencia Cristiana reconocen que no hay nada accidental con respecto al bien. En Ciencia y Salud Mrs. Eddy escribe: “Los accidentes son desconocidos para Dios, la Mente immortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el concepto correcto de la dirección infalible de Dios y de esta manera sacar a luz la armonía” (pág. 424).

El creer que nuestro progreso o nuestro futuro dependen de las decisiones falibles de los mortales implica aceptar una casualidad o una posibilidad de equivocarse. Pero el comprender, como enseña la Ciencia Cristiana, que hay una sola Mente divina gobernando todo y que el hombre, como reflejo de Dios, está gobernado en todo momento por esta Mente, es “cambiar la noción de la casualidad” y ubicarnos bajo “la dirección infalible de Dios”.

Josué, también, reconoció la necesidad de poner a Dios primero cuando mandó a los hijos de Israel, diciendo: “Escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”. Y el pueblo respondió: “A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos” (Josué 24:15, 24).

Cuando podamos decir y hacer esto, las cosas se desarrollarán para nosotros mucho mejor de lo que cualquier humano pudiera concebir.

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