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En el mes de julio de 1939, sufrí...

Del número de julio de 1970 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el mes de julio de 1939, sufrí una fuerte insolación mientras jugaba al tenis. Todos los veranos se repetían los síntomas inherentes a esta condición, manifestándose la enfermedad por una fiebre muy alta que duraba todo el verano hasta que los frescos aires del otoño me traían alivio. La debilidad que sentía debido a la fiebre me impedía mantenerme activo durante todo el verano. Estuve recluido en un hospital bajo observación, y los exámenes clínicos no dieron resultado ya que los médicos no pudieron ni siquiera diagnosticar la enfermedad. Aparentemente la insolación había afectado el mecanismo orgánico que regula la temperatura del cuerpo, y la temperatura de mi cuerpo aumentaba con la temperatura del ambiente.

Después de haber padecido de esta dolencia por varios veranos me mudé a California para ver si cambiando de clima mejoraba. Ya en California mi madre, que se había interesado en la Ciencia Cristiana por medio de una amiga, me envió un ejemplar de Ciencia y Salud por Mrs. Eddy. Empecé a leer el libro de texto y a asistir a los servicios de una iglesia de la Ciencia Cristiana de la localidad, y como resultado fui sanado de los hábitos de fumar y tomar.

La enfermedad que me aquejaba durante el verano reapareció, y como apenas comenzaba el estudio de la Ciencia y no estaba seguro de su poder curativo, fui persuadido a hospitalizarme para recibir tratamiento. Se informó a mi familia, y mi madre vino para llevarme a casa tan pronto estuve en condiciones de viajar. Sin embargo, todavía me sentía enfermo y mi madre me preguntó si quería recibir tratamiento en la Ciencia Cristiana. Accedí a esto y después de recibir tratamiento de una dedicada practicista de la Ciencia Cristiana por espacio de dos semanas, fui sanado completa y permanentemente. Desde entonces he participado en diferentes actividades deportivas tanto en verano como en invierno sin trazas de los síntomas anteriores.

En 1946 fui sanado de la dislocación de un tobillo sufrida mientras jugaba baloncesto. No podía mantenerme en pie porque el tobillo estaba inflamado y me dolía mucho. Telefoneé a mi patrón y le dije que me sería imposible ir al trabajo por algún tiempo. Luego llamé a la practicista que me había ayudado anteriormente y tuve una curación instantánea. Me fue posible ir a trabajar con sólo una hora de atraso; pude caminar sin sentir dolor y sin trazas de cojera. El dolor y la inflamación habían desaparecido totalmente.

Todos los días de mi vida siento agradecimiento por Mrs. Eddy, quien fundó la Ciencia Cristiana. Estoy también muy agradecido por nuestros practicistas que siempre están listos para ayudarnos cuando nuestra comprensión de Dios y de la Ciencia Cristiana es aparentemente insuficiente para efectuar una curación. También deseo expresar mi gratitud por nuestras publicaciones, por clase de Instrucción Primaria en la Ciencia Cristiana y la reunión de asociación anual, por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial, y por el privilegio de servir como Primer Lector en una iglesia filial.


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