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Mi familia se interesó por la Ciencia Cristiana...

Del número de enero de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi familia se interesó por la Ciencia Cristiana después que presenciamos la curación de un primo que cayó gravemente enfermo al llegar a nuestra casa para pasar unas cortas vacaciones. En contra de los deseos de la madre del niño, mi madre llamó a un médico porque creyó que ella no podía hacerse responsable de él. La madre del niño, sin embargo, que se encontraba en su negocio, insistió en que él estaba bajo el cuidado de Dios y que no había nada que temer. Nos dijo que no podía venir por el niño enseguida pero que lo haría dos días más tarde, durante el fin de semana.

Cuando ella llegó el domingo, el niño tenía aún una fiebre altísima, pero mi tía mantuvo su calma. Le habló a su hijo tranquilizadoramente mientras lo vistió y lo llevó al automóvil. Aunque entonces no comprendíamos, ella estaba, en efecto, declarándole continuamente al niño la verdad sobre el cuidado y la presencia de Dios. Mis padres estaban tan preocupados por la decisión de mi tía de llevarse al niño, que decidieron ir en otro automóvil a Durban, que quedaba como a 90 kms. de nuestra casa, en caso de que se necesitara ayuda. Antes de llegar a la mitad del camino hacia Durban, el muchacho estaba completamente sano.

Convencidos por esta experiencia, esa misma noche mis padres fueron a la Iglesia de Cristo, Científico, y el domingo siguiente los cuatro niños fuimos inscritos en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Sin embargo, después de casarme dejé el estudio de esta Ciencia. Luego, poco a poco, a través de los años, la semilla que había sido sembrada en la Escuela Dominical, empezó a germinar.

A la edad de treinta y cuatro años fui curada de poliomielitis en seis semanas, con el tratamiento dado por una devota practicista de la Ciencia Cristiana después que los médicos habían predicho que no podría caminar por dos años. Después de esto empecé a interesarme más por la Ciencia Cristiana. Pero tuve que pasar por otras enfermedades antes de empezar a darme cuenta del poder de la Ciencia Cristiana y de mi gran necesidad de vivirla, no meramente leer acerca de ella.

Recuerdo que un día en particular me sentía muy desesperada y triste, y oré: "Padre, más que todo, dame entendimiento". Mi oración recibió respuesta ya que durante el año fui guiada a recibir instrucción en clase, una experiencia que enriqueció mi pensamiento inmensamente. Mi corazón rebosa de gratitud por la manera maravillosa en que problemas de relaciones humanas han dado paso a una mejor experiencia desde que hice un estudio de los "yo". La justificación propia, la voluntad propia, el amor propio y la egolatría, están cediendo por medio de la inmolación propia y la enmienda de mi propio pensamiento.

Mary Baker Eddy escribe en Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 359): "El camino es la Ciencia divina absoluta: caminad en él; pero recordad que la Ciencia es demostrable por grados, y que nuestra demostración crece a medida que crecemos en la balanza del ser". Me esfuerzo por ir en este camino, y estoy agradecida por el crecimiento diario de esta interesante y elevada manera de vida por medio del estudio y la oración. ¡ Qué alegría es tener esta religión y haber encontrado a Dios, y, por medio del descubrimiento del Consolador, por Mrs. Eddy, al Cristo, como fue demostrado por nuestro gran Maestro, Cristo Jesús!



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