Por más de cincuenta años me he apoyado totalmente en Dios. Por medio de mi estudio de Ciencia Cristiana he tenido muchas curaciones porque he obtenido una mejor comprensión de Dios y de mi parentesco con Él.
En Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, leemos: "Supongamos que a los ojos les ocurra un accidente, otro a los oídos, y así sucesivamente, hasta que todos los sentidos corporales se hayan destruido. ¿Cuál sería el remedio del hombre? ¿Morir acaso, para recobrar estos sentidos? Aun entonces, tendría que alcanzar el entendimiento espiritual y el sentido espiritual, para poseer la consciencia inmortal" (pág. 486). Hace muchos años fui sanada de sordera en un oído. Hubo casos de sordera tanto en la familia de mi madre como en la de mi padre, y todos mis hermanos y hermanas desde muy niños tuvieron dificultad para oir.
Yo era la única en la familia interesada en la Ciencia Cristiana y un día mi hermano menor me preguntó por qué todos mis hermanos y hermanas cada día oían peor y esto no me ocurría a mí. Evidentemente no protegí mis pensamientos de esta sugestión del error como debiera haberlo hecho y tiempo después quedé sorda.
Al principio me sentí desalentada y pensé que no quería vivir sorda toda mi vida. Entonces me vino el pensamiento de que no tenía por qué vivir en esa condición, y al recordar todas las curaciones que había tenido en el pasado, comencé a orar como se nos enseña en la Ciencia Cristiana. No obtuve alivio de inmediato, de manera que llamé a una practicista para que me ayudara y cada día yo estudiaba más esta Ciencia.
En Ciencia y Salud Mrs. Eddy escribe: "El 'oído divino' no es un nervio auditivo. Es la Mente que todo lo oye y todo lo sabe, la cual siempre conoce y satisfará toda necesidad del hombre" (pág. 7). Este pasaje me ayudó muchísimo. Tiempo después asistí a una conferencia sobre Ciencia Cristiana durante la cual se produjo la curación. Sané, y esta curación ha permanecido por muchos años.
En 1956 sané de una enfermedad paralizante. Vivía sola y me parecía que había llegado el momento en que ya no podría atenderme a mí misma. No había ningún Científico Cristiano que viviera cerca de donde yo vivía para ayudarme. Me llevaron por diez días a una casa muy agradable, mientras la practicista continuaba dándome tratamiento. Entonces sentí que ya podía cuidarme sola. Poco después la curación fue completa y desde entonces me he mantenido muy activa.
Hace algunos años fui curada también de una fiebre alérgica y de asma. A través de los años he tenido muchas otras curaciones por medio de mi propio trabajo de oración y con la ayuda de practicistas. No he usado ningún remedio material en todos estos años.
Estoy agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre, por cerca de cincuenta años, y de una iglesia filial. También deseo expresar mi gratitud por la curación del pesar que sentí cuando fallecieron miembros de mi familia: mi querido esposo, que era también miembro de La Iglesia Madre, mis padres, y todos mis hermanos y hermanas. La ayuda y consuelo que recibí de la Ciencia Cristiana fue para mí algo maravilloso.
Estoy muy agradecida de que Dios está presente en todas partes; por Su Hijo, Cristo Jesús, y por Mrs. Eddy, la autora del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud.
Wrightsville, Pennsylvania, E. U. A.