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¿ Pueden las drogas desarrollar el pensamiento ?

Del número de enero de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿ Por qué recurre una persona a las drogas? ¿ No es acaso porque cree que va a vivir momentos más brillantes y que se verá libre de las presiones y frustraciones que la rodean? El deseo de obtener una mayor libertad de pensamiento es, en realidad, un deseo muy natural. Y esto se debe a que nuestro verdadero ser consciente ya existe como la expresión infinita de la Mente infinita. Pero las preguntas apremiantes son: ¿De qué manera se puede demostrar esta libertad? ¿ Cómo puede uno expresar su verdadera individualidad de manera más expansiva, cómo aumentar sus habilidades y ampliar su esfera de pensamiento y acción? ¿Será, acaso, por medio de los narcóticos?

En el panorama humano, cada día se está haciendo más evidente que el entregarse a las drogas, en lugar de liberar a la persona la restringe y, con frecuencia, le acarrea grandes sufrimientos que, por lo general, degeneran en reacciones morbosas y complejos problemas en sus relaciones humanas. Además, el creciente y alarmante aumento de la toxicomanía está produciendo trágicas consecuencias, conduciendo a la violencia, al crimen y destruyendo hogares. De manera que aquello que se supone que tiene un efecto liberador tiene, en realidad, un efecto esclavizante.

La Ciencia Cristiana va directamente a la raíz de este vasto problema. Al individuo que confía en los narcóticos para desarrollar su pensamiento, esta Ciencia le revela que su ser verdadero es espiritual, que está creado por Dios y es perfecto; le muestra que no es un mortal intranquilo, aprisionado en un cuerpo material y abrumado por infinidad de presiones de las que desesperadamente trata de escapar. Su verdadera inteligencia no procede de una mente finita localizada dentro de un cerebro material. Él es la expresión directa de la Mente infinita y única, Dios. No tiene que tratar de liberarse; él es libre ahora de expresar su verdadero ser individual. De este modo puede descubrir por sí mismo que su libertad y satisfacción no dependen ni por un momento de un producto químico.

La creencia en el poder de las drogas es una de las invenciones más intensamente materialistas de la mente mortal. El uso de las drogas excita los sentidos físicos conduciendo cada vez más al adicto al reino mesmérico de la sensualidad. Para que el adicto se libere del apresamiento magnético de las drogas, tiene que ser aniquilada la creencia de que tienen poder. Mrs. Eddy escribe en Ciencia y Salud: "Las tendencias despóticas, inherentes en la mente mortal y germinando continuamente en nuevas formas de tiranía, tienen que ser desarraigadas por la acción de la Mente divina" (pág. 225).

Tenemos que reconocer a Dios como la única Mente. Sólo esta Mente puede iluminar, ennoblecer, inspirar y desarrollar el pensamiento. En la Ciencia, sólo la Mente identifica nuestra verdadera individualidad y es la fuente de las ideas y cualidades que expresamos. Nuestro ingenio e inspiración, nuestro amor, nuestras habilidades y nuestras aptitudes son la directa expresión de la Mente. Todas las drogas, los narcóticos y las sustancias químicas que hay en el mundo jamás pueden cambiar, perturbar o tocar a la Mente, la única Mente del hombre.

De manera que para desarrollar el pensamiento no es necesario recurrir a las drogas, sino comprender la Ciencia del ser. En Ciencia y Salud leemos: "Un conocimiento de la Ciencia del ser desarrolla las capacidades y posibilidades latentes del hombre. Extiende la atmósfera del pensamiento, dándole a los mortales acceso a regiones más amplias y más altas. Eleva al pensador a su ambiente natural de discernimiento y perspicacia" (pág. 128). Debido a que sólo hay una Mente, el verdadero desarrollo del pensamiento tiene que ser el desarrollo espiritual o actividad de la Mente infinita revelando sus propias ideas.

Reconociendo esta Mente como la única Mente del hombre uno se adhiere a la verdadera fuente de inspiración. Identificándonos como expresión de la Mente, uno encuentra que sus pensamientos adquieren más elasticidad, más flexibilidad, más receptividad a la dirección divina para solucionar los problemas que se presenten. Se libera de las limitaciones y frustraciones que quisieran impulsarlo al uso de las drogas. Absteniéndose de su uso, uno queda libre para desarrollarse espiritualmente, para encontrar la inspiración que está buscando.

Cuando dependemos de esta Mente en lugar de depender de la materia para nuestra verdadera libertad e iluminación de pensamiento, nos convencemos de que confiar en las drogas no es la solución. Puede uno ver que cuanto más se profundiza en el uso de las drogas para aumentar sus aptitudes o para liberarse de las presiones, tanto más complicada será su existencia. A medida que uno descubre que la Mente es la única fuente verdadera de inspiración, llega a la conclusión de que cualquier efecto que parezca tener una droga inerte, inanimada y no inteligente, es directamente proporcional a la creencia general; llega uno a saber que no tiene por qué dejarse inducir por esta creencia.

! La Mente gobierna! Esta Mente es la única Mente que expresa el hombre y, por lo tanto, uno encuentra que tiene a su disposición posibilidades ilimitadas de lograr lo bueno. Descubrimos facultades ilimitadas para expresar nuestra propia individualidad. Estas palabras de San Pablo nos son de especial significado: "No hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido" (I Corintios 2:12). ¡ Qué alentador es saber que "lo que Dios nos ha concedido" son las ideas de la Mente desarrollándose eternamente y expresándose en nuestra inspiración espiritual individual!

"Dios expresa en el hombre la idea infinita, desarrollándose eternamente, ensanchándose y elevándose más y más desde una base ilimitada", dice Mrs. Eddy en Ciencia y Salud, pág. 258. Debido a que Dios es Mente inmensurable, no hay límites para las posibilidades de un individuo cuando se identifica a sí mismo con la Mente. No hay límite para su inspiración espiritual. A medida que utiliza las facultades de la Mente, desarrolla nuevas ideas. Adquiere nuevas perspectivas de la vida, del hombre y del universo. Se le presentan infinitas oportunidades de progreso, y la armonía predomina cada vez más en los detalles más insignificantes de su vida. Le es revelada una visión maravillosa, y la inspiración espiritual se le hace cada vez más brillante.

Es, entonces, la inspiración espiritual lo único que desarrolla nuestra individualidad. Sólo la inspiración espiritual es capaz de liberarnos de la presión y tensión del mundo actual y de aliviar la sensación de opresión y desesperanza. Y lo más maravilloso de todo es que la inspiración espiritual eleva el pensamiento a las alturas de la Mente ilimitada, de la Vida infinita, donde se percibe que la verdadera individualidad del hombre es perfecta y está satisfecha. Fue la misión de Cristo Jesús enseñarnos esto, pues dijo: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10).

¿ No consiste, entonces, el verdadero desarrollo del pensamiento en reconocer la infinitud de la Mente, de la Vida única e ilimitada? ¿Hay acaso algo en el mundo que pueda sacar a luz nuestra individualidad de una manera más amplia y ensanchar con mayor eficacia el alcance de nuestro pensamiento que no sea la acción de la Mente única, siempre presente, siempre disponible, que todo lo incluye — su Mente y la mía — la Mente de todos?

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