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Percepción verdadera

Del número de enero de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un estudiante de Ciencia Cristiana estaba dando un tratamiento, es decir, estaba orando; sus ojos los tenía cerrados. Declaró los hechos espirituales acerca de Dios, del hombre y del universo y vio como irreal lo que la mente mortal estaba declarando acerca de su paciente. Cuando lo hizo, su pensamiento fue lleno del reconocimiento de la perfección del Dios infinito, de la perfección del hombre, el reflejo de Dios, y de la comprensión de la belleza y armonía del universo de Dios.

Poco después le vino el pensamiento que aunque los mortales no creen que es posible ver cuando se tienen los ojos cerrados, él, teniendo los suyos cerrados, había percibido verdaderamente, es decir, había percibido aquello que es real. Meditando en esto comprendió cuán diferente es la vista de aquello que los mortales creen que es, y comprendió que la visión es algo mucho más grande de lo que comúnmente se cree que es.

Con su estudio de Ciencia Cristiana había aprendido que Cristo Jesús sanaba al contemplar — al ver — al hombre perfecto en lugar de ver al hombre material que el sentido material trata de mostrarnos.

Mrs. Eddy saca a luz claramente en sus escritos los hechos acerca de la vista. En el Glosario de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, define los "ojos" como "percepción espiritual, — no material, sino mental" (pág. 586). ¡ Qué concepto tan diferente se tiene de la vista cuando descubrimos que ver es saber, que la percepción verdadera es la comprensión del ser espiritual!

Quien está gobernado por el sentido material, realmente no ve, sólo ve en creencia y de acuerdo con sus creencias. Cree que la vista es material. Pero la vista es mental, y debido a que Dios, Espíritu, es la Mente única e infinita, la verdadera visión es divina y espiritualmente mental. Alguien cuyo pensamiento está puesto en algo completamente distinto de lo que está mirando, a menudo no ve lo que mira, pero aquel que es gobernado por el sentido espiritual siempre ve — ve a Dios y al reflejo infinito y perfecto de Dios.

Es de gran ayuda comprender que, debido a que ver es saber, y que la verdadera visión es el conocimiento de la Mente, la Mente que es Amor, Espíritu, cada vez que reconocemos un hecho espiritual, obtenemos un concepto mejor de la vista. Al reconocer que el hombre es el reflejo del Amor divino, vencemos el odio, la ira, la impaciencia, el egoísmo, y obtenemos así un sentido mejor de la vista.

En nuestro esfuerzo por probar — demostrar — la verdad acerca de la vista, hay muchas cosas que no debemos hacer, así como muchas otras que sí debemos hacer. Porque la Mente, Espíritu — y la Mente, Amor — son sinónimos, no debemos incurrir en la crítica destructiva, no debemos ver el mal personificado, no debemos ver como realidad lo que parece ser un hombre inafectuoso.

Mrs. Eddy escribe: "Los sentidos del Espíritu moran en el Amor y demuestran la Verdad y la Vida" (ibid., pág. 274). Sólo cuando moramos en el Amor percibimos verdaderamente. El Amor divino nos ve a todos como su idea bienamada, como al hombre espiritual perfecto. De manera, entonces, que el hombre real, el reflejo de Dios, ve a todos como al hombre espiritual y afectuoso. No tenemos por qué aceptar la creencia universal de que la vista es material. Tenemos que esforzarnos por elevar nuestro pensamiento por encima de este concepto falso acerca de la vista y declarar a menudo que la vista es espiritual, que pertenece al Espíritu, Dios, la Mente perfecta, y que es reflejada por el hombre espiritual.

Tenemos que pensar a menudo en Dios cuya percepción está viendo el universo espiritual y armonioso, y pensar que el hombre refleja esta percepción verdadera. Tenemos que pensar a menudo en el Amor que percibe al hombre que es siempre afectuoso; en el universo infinito el cual es la manifestación del Amor; y en el hombre espiritual reflejando la percepción del Amor. Tenemos que pensar a menudo que la vista es divinamente mental, y que el hombre, reflejando la Mente perfecta, siempre percibe el universo hecho de ideas perfectas.

La Biblia habla de las creaciones de nuestro Padre-Madre Dios: "Él ... a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio" (Isaías 40:26). Dios ve a todos Sus hijos en todo momento y los mantiene a cada uno en Su amor perfecto. La visión del Padre-Madre y Su amor son inseparables. Si Dios no viera a todos Sus hijos en todo momento, no podría amarlos en todo momento.

Su amor es infinito, Su percepción es infinita, y el hombre espiritual refleja Su vista perfecta e infinita. Debido a que Cristo Jesús estaba tan consciente de esto, y porque reflejaba el Amor divino, Jesús no creía en la ceguera. Y por ello pudo eliminar la creencia en la ceguera.

En un incidente que se narra en el Evangelio según San Lucas (véase Lucas 22:8-13), vemos qué amplio era el sentido que el Maestro tenía de la vista. Le dijo a Pedro y a Juan que fueran a la ciudad donde encontrarían a un hombre llevando un cántaro de agua; que siguieran al hombre y que le pidieran al dueño de la casa en que entrara el hombre, que les mostrara el aposento donde el Maestro había de pasar la Pascua. Jesús les dijo que se les mostraría un gran aposento alto dispuesto para ellos. Y los discípulos hallaron que todo ocurrió tal como Jesús les había dicho. Por medio de su percepción espiritual el Maestro estaba prediciendo acontecimientos que aún no habían ocurrido.

La percepción le pertenece a la Mente ilimitada. Sabiendo que el hombre espiritual refleja la Mente que todo lo sabe, podemos, por medio de la oración, resolver problemas de visión limitada. Si alguien que esté trabajando con la Verdad para vencer una creencia de percepción deficiente o inexacta piensa que está reflejando la percepción o conocimiento del Amor y del Espíritu, pero que aún no ha hecho la demostración acerca de lo que es la vista verdaderamente, sólo necesita persistir, sabiendo que únicamente la Verdad es poder, y que la Verdad es siempre la victoriosa.

Mrs. Eddy escribe: "La vista, el oído, todos los sentidos espirituales del hombre, son eternos. No se pueden perder. Su realidad e inmortalidad están en el Espíritu y en la comprensión, no en la materia, — de ahí su permanencia" (Ciencia y Salud, pág. 486).

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