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Dios — la Madre que consuela

Del número de julio de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Millones de personas saben que Dios es el Padre divino de todos. Cristo Jesús enseñó a sus seguidores a referirse a Dios como “padre nuestro que estás en los cielos”. Mateo 6:9; Pero generalmente no se reconoce que Dios es también la Madre infinitamente afectuosa de todo el universo espiritual. Fue la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. la que habría de revelar el hecho de que la Deidad manifiesta los atributos de feminidad y maternidad así como de masculinidad y paternidad. Dios forma, crea, sustenta y fortalece cada objeto individual de la creación, al mismo tiempo que es su causa vivificante o Principio divino. Como Mary Baker Eddy lo dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “El Amor, el Principio divino, es el Padre y la Madre del universo, incluso el hombre”. Ciencia y Salud, pág. 256;

El hecho divino acerca de la maternidad de Dios es de vital importancia para todos. Cuando este hecho se comprende, aporta consuelo y curación a los mortales que aparentemente están necesitados.

En el reino físico se reconoce que la experiencia en la vida de una persona es grandemente influenciada por su madre; que ella es, en realidad, esencial para su existencia misma. Es obvio que la formación de un mortal depende grandemente del cuidado de su madre humana. La madre es la influencia más poderosa en la vida de un niño, tanto antes como después de su nacimiento. Ella nutre y vigoriza al nuevo representante de la raza humana a quien da a luz. Sus pensamientos son en gran parte responsables de las primeras impresiones que recibe la criatura al entrar al mundo. Le es natural a una madre cuidar y proteger a su hijo y asegurar su completo bienestar.

Este cuadro humano de total dependencia del niño en su madre, sirve para ilustrar la importancia de nuestro parentesco con Dios como Madre divina. Puede llevarnos a comprender de qué manera tan absoluta depende realmente el hombre del Amor divino, y puede mostrarnos lo que constituye la verdadera naturaleza de nuestro ser como ideas espirituales, formadas y modeladas por Dios, el bien infinito; sustentadas y fortalecidas por la Vida eterna.

El Padre celestial, el único Principio divino, o causa, es el indivisible Padre-Madre de todos, que no sólo crea y gobierna, sino que también sustenta y desarrolla la identidad verdadera y espiritual de cada hombre y mujer, individualmente. El hecho de que Dios, el Amor divino, es nuestra Madre nos da la seguridad de que cada uno de nosotros está por siempre maravillosamente formado, magníficamente presentado y eternamente establecido a la imagen perfecta del ser divino. Cada uno refleja las cualidades de Dios, expresa la imagen de la belleza divina, y evidentemente testifica de la declaración bíblica que se le atribuye a la Deidad: “Para gloria mía los he creado, los formé y los hice”. Isa. 43:7;

La comprensión de Dios como Madre, rechaza la creencia de que el hombre es un mortal material, limitado, a veces inmaturo o defectuoso, olvidado o abandonado. Dios es el Espíritu divino. ¿Pueden las formaciones de Dios ser materiales? ¿Puede la Vida eterna, o Alma inmortal, ser expresada en una individualidad restringida, confinada a un cuerpo mortal? ¿Puede la Mente perfecta manifestarse en imperfección, o el Amor infinito abandonar a su propia idea? El Principio deífico de todo ser real es Dios, el Yo Soy inmortal. Tal Creador, o Padre-Madre, no sólo produce un linaje totalmente armonioso, espiritual y eterno, sino que lo mantiene eternamente en su perfección original.

La comprensión de la maternidad de Dios puede curar en los mortales defectos congénitos o que se hayan producido al nacer, no sólo de niños, sino también de adultos, hombres y mujeres. El poder supremo e infalible de Dios promete la formación y desarrollo perfectos de cada individuo. En la proporción en que se acepte el gran hecho espiritual de que Dios es la Madre divina, verdadera y única del hombre, y a medida que esta verdad elimine las falsas creencias de gestación y presentación materiales, cualquier evidencia discordante de defecto prenatal o natal que parezca existir dará lugar a condiciones normales y saludables, sea cual fuere la edad de la persona. Mrs. Eddy escribe: “Quizás un adulto tenga una deformidad, producida antes de su nacimiento por un susto de su madre. Cuando ese caso crónico se haya arrancado de la creencia humana y basado en la Ciencia o la Mente divina, a la cual todas las cosas son posibles, no es difícil de curar”. Ciencia y Salud, pág. 178;

La comprensión acerca de la maternidad de Dios es la mayor influencia fortalecedora conocida por los seres humanos. En Isaías, a Dios se le representa diciendo: “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros”. Isa. 66:13;

La palabra “confortar”, que es sinónimo de “consolar” y quiere decir dar fortaleza, deriva de la palabra latina que quiere decir “fuerte”. En la Biblia, las confortantes cualidades deíficas que fortalecen están asociadas a Dios como Madre.

Puesto que Dios es eterno y omnipresente, es imposible que alguien pueda estar alguna vez privado del reconfortante consuelo de la Madre universal. Dondequiera que uno se encuentre, sea cual fuere la situación que enfrente, todo hombre, mujer y niño puede recurrir confiadamente al Principio divino, el Amor, y estar seguro de recibir la provisión, curación, dirección, protección y afecto que necesite.

Mrs. Eddy escribe: “Dios es nuestro Padre y nuestra Madre, nuestro Pastor y el gran Médico: Él es el único pariente verdadero del hombre en la tierra y en el cielo”. Miscellaneous Writings, pág. 151. Por muy peligrosa, dolorosa o desconcertante que pueda parecer una condición humana, podemos estar seguros de que la comprensión de la influencia todopoderosa y omnipresente de Dios como Madre divina que consuela, es un remedio poderoso.

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