Cristo Jesús dijo: “Dios es Espíritu”. Juan 4:24; La Ciencia Cristiana enseña que fue la magnífica comprensión que tenía Jesús de la presencia vivificante y viviente de Dios, el Espíritu, el Todo-en-todo, y de la consecuente irrealidad del supuesto contrario del Espíritu, la materia y sus condiciones enfermizas, lo que lo capacitó para sanar al enfermo.
Esta comprensión y su efecto sanador es universal y aplicable a todos los tiempos. Está presente aquí y ahora, y Ud. puede demostrarla.
Reconozca con gratitud y afirme con convicción que el Espíritu infinito mantiene al hombre en el Espíritu, y que lo sostiene y protege eternamente. Perciba con claridad que el Espíritu es un todo indivisible. Que llena todo el espacio con su amor, poder y armonía. Comprenda la imposibilidad de que una creencia en cualquier condición material pueda entrar en la totalidad del Espíritu, o Mente, y perjudicar al hombre, la idea espiritual y perfecta de Dios.
Mrs. Eddy dice: “La ley de Dios se resume en tres palabras: ‘Yo soy Todo’; y esta ley perfecta siempre está presente para rechazar cualquier pretensión de otra ley”. No y Sí, pág. 30. Reconozca que esta ley inmutable del bien es el factor principal en la salud y armonía del hombre. Dése cuenta de que la materia no puede crear condiciones para los hijos de Dios, porque la materia es desconocida en la infinitud y totalidad del Espíritu. La materia y sus condiciones enfermizas son ficciones de la mente de los mortales — una mente que es en sí misma una falsedad.
Sepa Ud. que debido a que el Espíritu infinito es la Mente real del hombre, el hombre puede abrigar y experimentar sólo pensamientos saludables de paz, fortaleza, gozo y armonía. El hombre es la incorporación de las cualidades y atributos perfectos de la Mente divina. Es la imagen reflejada de la totalidad del Espíritu, jamás tocado por las ilusiones de la materia y sus discordancias. Estos hechos, comprendidos, sanan al enfermo.