Si uno le pidiera hoy en día a una persona joven que definiera en dos palabras las necesidades más apremiantes de la humanidad, la respuesta seguramente sería: “justicia” y “amor”, porque muchos jóvenes perciben claramente la importancia de estos atributos divinos para solucionar los apremiantes problemas de los hombres. En toda actividad del diario vivir nos vemos ante la necesidad de expresar justicia e igualdad para todos. La creciente esperanza de millones de personas lo exige. Es el gran desafío que enfrenta el último tercio del siglo veinte.
En los albores de este siglo, Mrs. Eddy escribió una poesía intitulada “El Nuevo Siglo”, que finaliza así:
Está escrito en la tierra, en la hoja,
en la flor:
Sólo hay una raza, un reino, un poder,
para el Amor.
¡Dios amado! cuán grande y cuán
bueno eres Tú
que sanas de la humanidad su dolorido
corazón,
que sondeas la herida, para luego verter
el bálsamo —
Una vida perfeccionada, fuerte y
serena.
El obscuro dominio del dolor y del
pecado
sucumbe — el Amor lo ocupa,
y la paz es ganada, y el vicio está
perdido: Reina el derecho, y no a precio de sangre. Poemas, pág. 22;
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