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Lecciones de una clase magistral

Del número de enero de 2005 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nunca me voy a olvidar de la lección que aprendí al presenciar una clase magistral de un famoso pianista y maestro.

Cuando llegué, la sala del conservatorio estaba a medio llenar y pude sentarme bien adelante para no perder detalle. Pronto, uno a uno los alumnos pasaron para ejecutar sus piezas ante el maestro quien, parado junto al piano, escuchaba unos pocos compases, interrumpía al alumno y le sugería modificaciones y correcciones.

Las interrupciones no eran siempre con buenos modos. A veces, con un tono de frustración, el maestro hacía detener al estudiante y él mismo se sentaba y ejecutaba la pieza como consideraba correcto.

Muchas veces yo no entendía lo que ocurría. Mi oído no entrenado pasaba por alto muchos errores y no veía qué es lo que había que corregir. ¿Cómo hacía el maestro para tener ese oído afinado a sonidos tan sutiles? Era evidente que amaba la música y que deseaba mantenerse fiel a la inspiración original del autor de la obra. Pero también era claro que había en él un sentido de lo que era armoniosamente normal, sentido que de seguro había desarrollado a través de horas de práctica y de dar conciertos.

Me pregunto, ¿no será que también todos poseemos este sentido de lo que es armoniosamente normal y que podemos desarrollarlo y expresarlo? No me refiero al aspecto musical solamente, sino a lo que hace a las cuestiones de la vida.

Hoy mucha gente lleva a la práctica este sentido de lo normal y armonioso en lo que se refiere a cuestiones de salud. Y lo hacen a través de la curación por medios espirituales. Es un sentido que han venido desarrollando por medio de la oración. Es un sentido que lo sana a uno mismo y a los demás.

Un sentido espiritual y armonioso que trae curación.

Este número dedica varias páginas al tema de la curación espiritual. Aquí verá curaciones de dolores de cabeza, de un persistente acné, de alcoholismo, de ruptura de la nariz, de los efectos de una torcedura de tobillo, de un dolor de caderas que impedía el movimiento, y de una inflamación con dolor de muelas.

Esperamos que la inspiración expresada en estas curaciones lo aliente a poner en práctica la curación por medios espirituales tal como nos fue enseñada por Cristo Jesús.

Con afecto,

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