Aunque mi esposa y yo no tenemos hijos, amar a los jóvenes, entre ellos a nuestros 20 sobrinos, cumple un papel importante en nuestras vidas.
Me encanta estar con niños y adolescentes. Aprecio mucho su deseo de ver y comprender, su energía y entusiasmo, y su sentido de aventura y diversión. Me gusta especialmente su deseo de expresar lo que realmente son.
En mis oraciones por los niños del mundo, siempre comienzo con Dios. “Dios es amor”, leemos en Primera de Juan ( 4:16). Me gusta pensar en Dios como Amor divino, el Padre eterno del universo, y la única inteligencia o Mente gobernante de los jóvenes en mi comunidad y en todo el mundo.
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