Siento un vacío muy difícil de explicar. En apariencia parezco feliz, pero dentro de mí siento un enorme vacío", me dijo una amiga, a la que llamaré María. Ella emigró a California desde un país de habla hispana hace más de veinte años. Ahora es ciudadana de los Estados Unidos, tiene un buen empleo, un matrimonio feliz e hijos. Sin embargo, todavía se siente deprimida emocionalmente.
Otros inmigrantes me han contado historias similares. Un buen empleo no responde a esa necesidad. Tampoco lo puede hacer otra persona. Va más allá de la habilidad de un esposo, esposa o hijos lograr que una persona se sienta completa y totalmente satisfecha. Esto se debe a que la necesidad es espiritual. María descubrió esto al darse cuenta de que el amor desinteresado y el ayudar a los demás a saber más acerca del poder sanador de Dios, contribuye a llenar ese vacío.
Otro amigo originario de México me dijo que cuando se sintió así él oró al Padre pidiéndole ayuda. La respuesta que recibió fue: "Dedica más tu vida al Altísimo". Entonces decidió poner a Dios primero. Como dice la Biblia en Mateo 6:33: "buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas".
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