A lo largo de la historia la humanidad ha sido bendecida con la presencia de muchos seres destacados, que con su saber y percepción espiritual han llenado de inspiración la vida de mucha gente. Si bien todos ellos han dejado una enseñanza, ninguno ha sido más sabio y bondadoso que Cristo Jesús, quien dio su prueba máxima de amor desinteresado para dejarnos su legado de libertad.
Cuando el Maestro le dice a los que le seguían, "Si permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres", éstos le responden, "linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?"Juan 8:32–33.
Puede que muchos nos hagamos esta pregunta. Pero, pensándolo un poco, vemos que la afirmación de Jesús es muy oportuna, porque si nos aferramos al pecado, somos esclavos del pecado; si tememos enfermarnos de ciertos males, somos esclavos de ese temor, y si tenemos la certeza de que nunca podremos salir adelante, sea por la situación del país o porque carecemos de algo, somos esclavos de esas limitaciones.
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