Por el simple hecho de que ya sabemos lo que ocurrió, la Pascua es muy diferente para usted y para mí hoy, de lo que fue para María Magdalena y los demás seguidores de Jesús.
Dos días después de su crucifixión, según los medimos nosotros (tres, según los medían ellos), María Magdalena fue a la tumba donde estaba Jesús. Véase Juan 20:1–18.
Nosotros hoy sabemos que él había resucitado, pero en aquel momento, justo antes de que María descubriera que habían quitado la piedra de la tumba de Jesús, el hecho no era tan obvio. Los Evangelios nos dicen que los discípulos tenían miedo de correr la misma suerte que el Maestro tanto en manos de las multitudes como de las autoridades.
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