En las últimas décadas, la gente ha estado trabajando cada vez más. Hay mayores exigencias profesionales que requieren una permanente actualización y estudios complementarios. Gran cantidad de mujeres también han entrado en el mercado laboral, ya sea para desarrollar su carrera o por necesidades económicas. Como resultado de esto, con ambos padres trabajando, son menos los momentos que se pueden dedicar a la vida familiar y a la recreación.
¿Siente usted que desde que se levanta por la mañana inicia una carrera contra el tiempo? Parece que las horas no son suficientes para hacer todo lo que deseamos hacer. Muchos llaman a este estado mental el "síndrome de la falta de tiempo".
Esto me pasó a mí cuando trabajaba en consultoría de empresas, participando en proyectos de desarrollo de sistemas de computación. En aquel entonces, tomaba parte en un proyecto de envergadura bastante complejo. Nuestro equipo de trabajo seguía una metodología que permitía ordenar las tareas en forma lógica y eficiente, y realizábamos planificaciones que debían cumplirse. No obstante, el tiempo siempre era escaso y con frecuencia surgían dificultades y desvíos del plan original. Para poder adelantar trabajo, nuestra jornada laboral se extendió a aproximadamente 12 horas, sin tiempo suficiente para almorzar. Trabajábamos incluso todos los sábados y algunos domingos. Yo era la consultora senior, encargada de supervisar los módulos principales del proyecto, así que mi equipo de trabajo y yo estábamos sujetos a bastantes presiones de las gerencias. Apenas podía pasar unos momentos —que yo atesoraba mucho— con mi familia, ya que salía de casa muy temprano y regresaba de noche. No era una situación ideal, pero necesitaba ese empleo.
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