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La curacíón metafísica

Con el pensamiento en el Espíritu

Del número de enero de 2008 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Aunque Scott Putnam creció en un hogar de Científicos Cristianos, el camino que lo Ilevó a la práctica sanadora en Portland, Oregón, tuvo muchas vueltas y recovecos.

Nació en Illinois, y cuando estaba en séptimo grado se mudó a San José, California. Años después, se graduó de la Universidad de Principia, donde estudió administración de empresas, se destacó en tenis y trabajó como escritor de deportes para el diario de la escuela. Después de graduarse, Scott decidió viajar por el mundo. Vivió en dos ocasiones en Yautepec, un pueblo de México, y exploró Europa, en particular Alemania.

Scott se casó con una compañera de la universidad y tienen dos hijos que viven en San Francisco. Antes de ser practicista de la Ciencia Cristiana, Scott trabajó en publicidad en California y Oregón. Después, a comienzos de la década de los 70, la familia vivió por varios años en Florencia, Italia. Cuando Scott trabajaba como administrador de una escuela, los Putnam salían de viaje por carretera durante las vacaciones, y así recorrieron toda Europa, incluso la Unión Soviética, en una combi.

Sin embargo, la Ciencia Cristiana y la práctica sanadora, continuaban haciéndole señas, y con el tiempo lograron captar la atención de Scott y su tiempo. Para 1974, comenzó a anunciarse en The Christian Science Journal como practicista de tiempo completo. En 1988, tomó la clase Normal en la Ciencia Cristiana, y el resto como dicen, es historia. Hoy Scott continúa prosperando en la diaria inspiración de la curación metafísica, y la alegría que brinda enseñar la Ciencia Cristiana. Todas estas actividades no le han impedido darse el gusto de viajar. De hecho, Scott y su esposa hace poco regresaron de la India, donde, según él dice, querían "ampliar sus fronteras, y aprender más de la riqueza del reino universal de Dios".

Scott, usted ha sido Científico Cristiano toda la vida. ¿Cómo fue que su familia se interesó en esta manera de vivir?

Nuestra familia se interesó en la Ciencia Cristiana cuando falleció mi abuelo materno; mi madre tenía entonces 12 años. Una vecina vio los desafíos que mi abuela estaba enfrentando enfrentando y le habló acerca del poder de Dios, como lo explica la Ciencia Cristiana. Le dio a mi abuela un ejemplar de Ciencia y Salud para que leyera y comprendiera más acerca de la presencia espiritual de Dios.

Mi abuela muy pronto comenzó a estudiar la Ciencia Cristiana con dedicación, y mi madre empezó a asistir a la Escuela Dominical. Con el tiempo, las dos tomaron instrucción en clase en esta Ciencia, con Jennie L. Bryan, quien fue estudiante de Mary Baker Eddy. El hermano mayor de mi mamá, un exitoso hombre de negocios, las apoyaba económicamente, incluso cuando mi madre estudiaba en la universidad. De modo que mi madre y mi abuela fueron las anclas de la familia en la que crecí. Mi hermana y yo asistimos a la Escuela Dominical desde que éramos pequeños, y en nuestro hogar se practicaba la curación mediante la Ciencia Cristiana.

Cuando era joven tuve una curación que me demostró que la Ciencia Cristiana es una forma sustancial de vivir. La curación ocurrió cuando jugaba en el equipo de tenis de la escuela secundaria superior. Faltaba una semana para que fuéramos al campeonato de liga. Aunque no tenía ninguna esperanza de ganar un premio, me encantaba jugar y esperaba con anhelo los partidos del campeonato. Pero se me produjo una grave infección en el pie, que muy pronto se inflamó mucho. Mi mamá y yo oramos para ver que como hijo de Dios, tenía el derecho de estar libre de esta condición física. Gracias a la Ciencia Cristiana, sabíamos que yo era enteramente espiritual, la "imagen y semejanza" de Dios, el Espíritu divino. Así que, yo en realidad, no vivía en la materia, no era físico, sino espiritual. La Ciencia Cristiana fue puesta a prueba en mi oración.

El lunes Ilamamos a una practicista de la Ciencia Cristiana para que nos apoyara con sus oraciones. A esta altura la infección se había extendido a la pierna, y el pie parecía un globo y tenía todos los colores del arco iris. Sin embargo, continuamos orando y para el miércoles por la noche la infección había desaparecido. El viernes vi a mi entrenador y le dije que mi pie había vuelto a la normalidad y estaba listo para jugar. Ese sábado jugué el mejor tenis de mis años escolares, sin siquiera pensar por un instante en el pie. De manera que probé desde muy joven que podía apoyarme en el poder sanador de Dios para enfrentar todo tipo de desafíos, incluso los difíciles.

Ese fue un momento decisivo para mí, porque realmente comprendí que mi vida no se encuentra en un cuerpo físico donde la enfermedad puede hacerse cargo y arruinar mis actividades normales. Con el tiempo, también me di cuenta de que la vida no se origina en un embrión, sino que es siempre espiritual y completa, y que yo he existido desde antes que comenzara la vida humana. Como dice Jesús: "Antes de que Abraham fuese, yo soy". Juan 8:58. La vida es Dios, por lo tanto, como Dios, mi vida continúa por siempre.

Las curaciones mediante la oración son parte integral de la vida de un Científico Cristiano. ¿Pero qué podemos decir del resto del mundo? ¿Qué ha observado acerca de lo que está ocurriendo hoy en el ámbito de la curación cristiana?

En todo el mundo hay mucho interés en la oración y la curación. La gente está viendo la clara relación que existe entre ambas. Por ejemplo, hace unos años la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, revisó 350 estudios de salud física y 850 de salud mental, y encontró que la espiritualidad estaba constantemente asociada con "los mejores resultados de salud", y que aquellos que eran de pensamiento más espiritualizado vivían hasta 30% más tiempo que los ateos. Véase "Spiritual Healing; Healthcare takes a leap of faith," RT Image, 28 de Agosto de 2006.

Los Científicos Cristianos hablamos mucho de la oración. Pero la palabra oración—y la actividad misma de orar—significa diferentes cosas para distintas personas. ¿Cómo describiría usted la oración que tiene como resultado la curación de una condición fisica?

Recurrir a Dios para responder a todas nuestras necesidades significa que debemos saber cómo conversar directamente con Dios. Pero, a diferencia de muchas otras enseñanzas, la Ciencia Cristiana pone bien en claro que nosotros no hablamos con un Dios antropomórfico. Oramos a Dios—tenemos comunión con Él—sabiendo que no es una persona ni una entidad, sino más bien la única Mente divina (así como los otros seis sinónimos de Dios que Mary Baker Eddy presenta en Ciencia y Salud: Principio, Alma, Espíritu, Vida, Verdad y Amor).

A través de las épocas, la gente espiritual siempre se ha comunicado con Dios de maneras muy reales y tangibles. M. B. Eddy señaló: "Los patriarcas, inspirados por el alma, oían la voz de la Verdad, y hablaban con Dios tan conscientemente como un hombre habla con otro hombre". Ciencia y Salud, pág. 308. ¿Acaso no podemos, hoy en día, hablar directamente con Dios cuando necesitamos ayuda? ¿Cuál fue el ejemplo de Jesús? Cuando Jesús Ilamó a Lázaro de la tumba, le dijo: "Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor". Juan 11:41, 42. Y la Biblia nos dice muchas veces que Jesús hablaba directamente con Dios, como cuando caminó, en comunión con su divino Padre, por el Jardín de Getsemaní la noche antes de su crucifixión. Véase Marcos 14:36. Y en el relato donde cuenta que Jesús oró por la bendición de sus discípulos, una vez más, la comunicación es directa, personal y muy profunda. Véase Juan, Cap. 17.

De manera que hablar con Dios es una comunicación muy respetuosa. Cada uno de nosotros tiene abierta una "línea directa" con el cielo, en cualquier momento, en cualquier lugar. Dios siempre está disponible para ayudar —como una Ilamada de emergencia espiritual— ya sea para la curación física, como una guía Ilena de sabiduría, o simplemente para asegurarnos de que todo está bien. Tenemos la capacidad de eliminar todo sentido de culpa por los errores cometidos, porque poseemos la habilidad constante de escuchar claramente la aprobación y el apoyo que el Amor divino imparte, pase lo que pase. Y podemos discernir lo que Dios, la Mente divina, nos está diciendo que hagamos. Siempre podemos tener la predisposición de escuchar Su guía. Y cuando discernimos qué dirección tomar, podemos obedecer con alegría. Como señaló M. B. Eddy, nuestra comunicación con Dios viene directamente de nuestro pensamiento. Ella escribió: "La intercomunicación proviene siempre de Dios y va a Su idea, el hombre". Ciencia y Salud, pág. 284. Y esta comunicación es única en toda situación, y es específica para nuestra necesidad individual del momento.

Como hijos de Dios, tenemos acceso al Amor divino, y este derecho nunca es indirecto ni abstracto, sino directo y sincero. ¿Acaso no les encanta a todos los padres que sus hijos se comuniquen con ellos? Esta comunicación nos debería guiar hacia un estado de consciencia más elevado y espiritualizado, donde tenemos la certeza de que somos los hijos amados de Dios.

Habiendo tenido toda una vida de curación, probablemente no sea sorprendente que usted haya decidido ser practicista de la Ciencia Cristiana. Pero ¿hubo algún momento o suceso que lo haya guiado a dedicarse a la práctica de curación como una profesión de tiempo completo?

Nunca fue mi meta en la vida entrar en la práctica de curación en la Ciencia Cristiana. Me desempeñé en el mundo de los negocios durante algunos años, en su mayoría con una agencia nacional de publicidad. Pero con el tiempo ese trabajo no me resultaba tan satisfactorio como mi experiencia en la iglesia y, en particular, la enseñanza en la Escuela Dominical.

Cuando era administrador de una escuela en Florencia, Italia, de pronto, la gente de la iglesia de la Ciencia Cristiana allí quiso hablar conmigo acerca de esta Ciencia, y comenzaron a pedirme tratamiento mediante la oración por varios desafíos que estaban enfrentando. Cuando mi trabajo en la escuela comenzó a declinar, la práctica que estaba desarrollando aumentó. A mí me encantaba ayudar a la gente que me Ilamaba a sanar mediante el Cristo. Así fue como creció mi actividad. Me Ilamaba incluso gente que no estaba conectada con la iglesia, y en una ocasión consideré abrir una oficina y quedarme en Italia, pero el hogar me estaba Ilamando. Y muy pronto regresé a Portland y comencé a anunciarme en The Christian Science Journal.

Los sentidos físicos nos mienten y siempre quieren engañarnos.

Entonces, para responder a la pregunta ¿qué es lo que Ilama a una persona a dedicarse a la práctica de la Ciencia Cristiana? Una profesión que no recibe ningún reconocimiento del mundo. Podría ser, por ejemplo, el deseo de ayudar a un amigo a elevarse por encima de la niebla del pensamiento y la experiencia material.

Yo tengo un vecino que hace mucho tiempo que es maestro y practicista de la Ciencia Cristiana. Así que ni bien comencé fui a verlo y le pedí que habláramos sobre una carrera en la práctica. Él me dijo que no usaba la palabra carrera para referirse a la práctica de la Ciencia Cristiana. Me dijo que había descubierto que sólo necesitaba poner su fe en Dios cada mañana y confiar en que Él manifestaría la actividad sanadora del día. Y así era como se encontraba siempre al servicio de su Hacedor.

M. B. Eddy afirma: "El amor a Dios y al hombre es el verdadero incentivo en la curación y en la enseñanza". ibíd., pág. 454. He descubierto que la práctica de la Ciencia Cristiana no es humanismo; no se trata de una buena persona ayudando a otra tiene necesidad. Esto deja a Dios totalmente fuera del cuadro sanador. Y a menudo uno se olvida de glorificar a Dios. No obstante, es verdad, hay mucha gente buena que está ayudando al mundo, pero ¿qué podemos decir del efecto de la curación a largo plazo? Cuando usamos el poder del Cristo, descubrimos que la "Ciencia Cristiana va hasta el fondo de la acción mental", ibíd., pág. 104. y puede sanar cualquier situación.

Sin embargo, como señala Mary Baker Eddy: "La divinidad del Cristo se manifestó en la humanidad de Jesús". ibíd., pág. 25. Las personas que Ilaman a los practicistas en busca de curación tienen que sentir la empatía del practicista, su interés en los desafíos que se presentan, sin hacer de ellos una realidad. A los practicistas se les Ilama para que den consejos personales, sino para que sean testigos de la curación mediante el Cristo, la Verdad científica. El practicista, manteniéndose cerca de Dios, comparte con el paciente declaraciones de la Verdad que sanan y eliminan el temor. Pero es el tratamiento mediante la oración lo que concreta la curación y pone al paciente en línea con su integridad espiritual e innata.

La Verdad tiene su manera de limpiar a fondo y depurar la consciencia, haciendo que errores físicos y mentales de todo tipo salgan a la superficie y sean eliminados. La Verdad es también como un faro cuyos rayos iluminan los rincones oscuros del pensamiento y la experiencia, y liberan nuestro pensamiento y lo limpian. Ser testigo de la Verdad divina que sana y libera al paciente es lo que da satisfacción al practicista, y a su vez, glorifica a Dios. ¡No hay nada como una curación cristiana!

¿Qué se puede decir de las personas que no saben cómo se produce la curación cristiana? ¿Cómo podemos ayudarlos a sentirse cómodos con algunas de las ideas de la Ciencia Cristiana si, por ejemplo, no han leido Ciencia y Salud?

Todos anhelamos tener una vida mejor, más feliz, una experiencia más satisfactoria, libre de todos los temores de este mundo. La Ciencia Cristiana pone al descubierto las mentiras de los cinco sentidos físicos, que siempre quieren limitarnos, que implantan temor, lastiman las relaciones y glorifican el cuerpo. Tiene que haber una vida mejor de la que los sentidos físicos nos presentan. El estudio de la Ciencia Cristiana nos hace ascender hacia una esfera más espiritual, en la cual podemos sentirnos elevados, por lo menos hasta cierto punto, por encima de la atracción gravitacional de la materia. Todos podemos sentir el poder y la serenidad que nos brinda recurrir a Dios. Por ejemplo, yo comienzo cada día recordándome que no soy "sino el servidor humilde la Mente que da reposo". ibíd., pág. 119. Comienzo mi estudio diario teniendo presente que Dios, el Espíritu infinito, es todo lo que abarca la vida. Veo al Espíritu como la fuente de mi integridad, mi felicidad y mi salud. Al concentrarme en la totalidad del Espíritu, pierdo todo el temor que tener por mi salud, mis relaciones y mis finanzas. Y pienso que todos se pueden identificar con estas ideas, porque estos conceptos son universales y científicos.

Entonces, ¿podemos asegurarles a los demás, y a nosotros mismos también, que no tenemos que temer por nuestra salud?

Lo que ocurre es que en el Espíritu no existe la enfermedad y en Sus ideas tampoco. Sólo existe el bien, la fortaleza, la movilidad. Yo he tenido a menudo desafíos físicos en mi vida, pero como estudiante de la Ciencia Cristiana, me aferro conscientemente al hecho de que el poder del Espíritu es el único poder que existe. La curación de una condición física comienza atendiendo el estado mental del paciente. El cuerpo es sólo un estado mental exteriorizado. Cuando percibimos que la presencia de la salud y la armonía son los únicos hechos verdaderos de nuestra vida, descubrimos que el cuerpo refleja esta manera de pensar, y como resultado se manifiestan la salud y la armonía.

Y, por supuesto, la Ciencia Cristiana trata definitivamente uno de los temas más apremiantes para la mayoria de la gente, es decir, cómo rectificar, restaurar o mejorar nuestras relaciones.

Cuando comprendemos que nuestra única verdadera relación es con Dios, nos damos cuenta de que no hay relación que no se pueda reparar. Si una relación se ha vuelto áspera o distante, podemos recurrir a esta fuente profunda de Amor divino para resolver cualquier desavenencia que haya surgido. Es necesario hacer esto porque las relaciones son muy valiosas. Cuando una relación se enfría, yo recurro a Dios para que esa relación sea sustancial. Veo que toda señal de sentimiento herido es una imposición impersonal de temor y sentido personal, que es necesario limpiar. Entonces se restaura una relación de respeto mutuo.

El pensamiento material siempre nos limita e infunde miedo.

Trato de no dejar que se acumulen los resentimientos y oro por ellos. Limpio, sacudo y restauro mi relación con mis amigos. Claro que cuando veo a otra persona, ya sea un miembro de mi familia, un colega o un extraño, sólo estoy viendo mi pensamiento de ellos. El amor y el afecto deberían ser de suma importancia en nuestras relaciones. Sin embargo, este afecto no siempre necesita ser personal. Antes bien, debería reflejar un amor y una ternura que es universal. El Amor divino gobierna todos los pueblos, naciones, culturas, razas, edades, géneros, todo. Nadie está excluido del amor de Dios.

Usted dijo que la Ciencia Cristiana puede tener un efecto en nuestras finanzas. ¿Cómo es eso?

El pensamiento material siempre nos limita e infunde miedo en los asuntos económicos. Pero cuando pienso espiritualmente, encuentro que la Mente divina conoce nuestras necesidades y responde a ellas de maneras que yo muchas veces no puedo prever. En el Reino de los Cielos nunca hay un saldo desfavorable entre la oferta y la demanda. Sólo necesito estar profundamente agradecido. La ley concerniente a la sustancia espiritual nunca varía, y es siempre la ley del desarrollo. La ley de que existe infinita sustancia e inteligencia, se aplica a cada uno de nosotros, a nuestras familias y a nuestro gobierno. Y esta ley de provisión divina para todas nuestras necesidades, sólo está esperando que se la pruebe.

La Ciencia Cristiana, como usted ha demostrado, es eficaz en los casos individuales que necesitan curación. Pero ¿qué tan vital y viable, piensa que es la Ciencia Cristiana en el siglo XXI con temas como el terrorismo o la pandemia del SIDA?

El arma principal en la lucha cristiana es siempre la oración. El Apóstol Pablo dijo: "porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas". 2 Corintios 10:4. Podemos estar confiados en que nuestras oraciones son poderosas y penetrantes. El terrorismo se extiende donde hay un vacío de amor y respeto. Los terroristas recurren al temor para realizar sus actos, pero lo que en realidad están pidiendo es amor, respeto y un propósito en la vida.

La versión moderna de terrorismo se puede comparar con "el gran dragón escarlata" del Apocalipsis. Apocalipsis 12:3. En el glosario de términos bíblicos de Ciencia y Salud, leemos esta descripción: "Dragón escarlata: Error; temor; inflamación; sensualidad; astucia; magnetismo animal; envidia; venganza". Ciencia y Salud, pág. 593. De manera que es necesario enfrentar este horrible temor y error —este "dragón escarlata"— y negarle poder. San Juan, el Revelador, dice lo siguiente acerca de la batalla: "Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se Ilama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él". Apocalipsis 12:7–9. El dragón amenazador no es una persona ni un gobierno extranjero. Es el mal impersonal que parece ser algún otro poder aparte de Dios. Pero la verdad es que Dios es omnipotente, y eso quiere decir que no existe otro poder más que el bien. Y podemos probarlo en nuestra vida.

Y respecto al SIDA, si Dios tiene algún poder o realidad, la oración persistente y concentrada puede ciertamente sacudir el dominio que tiene el SIDA en la experiencia y consciencia humanas. La Ciencia Cristiana afirma que el temor o la ignorancia son la base de toda enfermedad, y eso debe incluir la pandemia del SIDA. De modo que debemos orar para negar el poder de las enfermedades inducidas por el miedo que amenazan con dominar el mundo. Oramos partiendo de la comprensión de que únicamente Dios es nuestra vida, es la vida de todos.

Me gustaría terminar esta entrevista diciendo que cada día tendría que ser para nosotros como un hermoso día de primavera. Como cuando los capullos se abren para transformarse en flores y los árboles que perdieron sus hojas en el otoño recuperan su elegante abrigo verde.

Es una oportunidad para abrir nuestro pensamiento nuevas ideas. De aprender a sanar y a amar, de buscar nuevos horizontes. Lo que quiero decir es: "Sé un aventurero, sé el hombre o la mujer que Dios hizo que fueras". Cada mañana, entonces, tenemos la posibilidad de superar las viejas maneras de pensar, los antiguos temores, y vivir una vida nueva, como Dios quiere.

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