En una ocasión, me operaron de una hernia y poco después me detectaron otra, esta vez ingüinal. El médico quiso operarme de nuevo, pero esta vez me negué.
Fue entonces cuando una sobrina me invitó a asistir a una reunión de testimonios en una iglesia de la Ciencia Cristiana. Ese día yo me sentía indispuesto y me dolía el estómago, pero fui y, para mi sorpresa, tuve una experiencia muy agradable. Me Ilamaron la atención las lecturas y el Himno 88 que cantaron del Himnario de la Ciencia Cristiana. El mismo dice en parte: "Oh, Espíritu, mi Dios, noble fuerza Tú me das, y esa fuerza espiritual esperanza me dará y con ella venceré el error y todo mal".
Me reconfortó pensar que por ser hijo de Dios soy puro y recto. Cuando salí no me dolía nada.
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