En una ocasión, me operaron de una hernia y poco después me detectaron otra, esta vez ingüinal. El médico quiso operarme de nuevo, pero esta vez me negué.
Fue entonces cuando una sobrina me invitó a asistir a una reunión de testimonios en una iglesia de la Ciencia Cristiana. Ese día yo me sentía indispuesto y me dolía el estómago, pero fui y, para mi sorpresa, tuve una experiencia muy agradable. Me Ilamaron la atención las lecturas y el Himno 88 que cantaron del Himnario de la Ciencia Cristiana. El mismo dice en parte: "Oh, Espíritu, mi Dios, noble fuerza Tú me das, y esa fuerza espiritual esperanza me dará y con ella venceré el error y todo mal".
Me reconfortó pensar que por ser hijo de Dios soy puro y recto. Cuando salí no me dolía nada.
En la iglesia conversé con una persona que me regaló Ciencia y Salud, y me recomendó que leyera la definición de hombre (pág. 475), y aplicara esas ideas a mí mismo. Entonces comencé a orar tratando de comprender que, siendo mi naturaleza real de carácter espiritual, en realidad no estoy compuesto de carne, de huesos, de nervios ni de sangre. Poco a poco, fui viendo que, siendo Dios de donde proviene todo el bien, no puedo sufrir de hernia, porque Él nunca creó la enfermedad.
Tiempo después, comprobé con mucha alegría, que había sanado por completo. Nunca tuve que operarme.
Esta curación instantánea me hizo tener una confianza muy grande en el poder de Dios. Y el estudio de este libro cambió profundamente mi pensamiento y mi manera de ser.
Llegué a entender que, debido a nuestra relación con Dios, cada uno de nosotros es único y especial. Eso cambió también mi perspectiva de la vida. Yo antes no tenía paciencia con nadie, me desesperaba mucho con la gente y siempre tenía una mala actitud. Pero ahora veo a todos como hermanos y expreso más amor. Me siento más independiente y en paz cuando surge algún problema. Me pongo a orar con el Padre Nuestro antes de reaccionar, y puedo hablar tranquilo con mis empleados.
Todo este cambio también ayudó a que mi negocio progresara. Yo no me había dado cuenta de que con mi actitud alejaba a los clientes. Pero ahora expreso amor y la gente es atraída al negocio y la clientela ha aumentado.
Oro todos los días con el Salmo 23 porque dice: "Jehová es mi Pastor; nada me faltará". Luego agrega: "Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando". Esa copa es para mí, mi salud, no material, sino espiritual, en la que me regocijo y alabo a Dios.
México DF, México