Un día me caí al piso, pero no le presté atención porque no pensé que fuera un problema. A la semana siguiente me caí otra vez y casi me desmayé, así que me llevaron al hospital. Allí ya me conocían porque había establecido un programa de capellanes voluntarios para visitar a los enfermos. También la gente del hospital sabía que soy Científica Cristiana. No obstante, me hicieron exámenes médicos y diagnosticaron que tenía graves síntomas de anemia, y que los glóbulos rojos habían bajado a un nivel muy serio. Me dijeron que necesitaba de inmediato una transfusión de sangre. Sin embargo, no accedí a ello y llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me apoyara con su oración.
Esa noche me quedé en el hospital, pues ya era tarde. Al día siguiente, los médicos me permitieron volver a mi casa con la condición de que regresara para comprobar el nivel de los glóbulos rojos. También era necesario que volviera porque así lo requería el lugar donde trabajo.
Gracias a las experiencias que había tenido anteriormente yo sabía que podía apoyarme por completo en el tratamiento espiritual. El estudio de esta Ciencia me había llevado a comprender que mi verdadera y única identidad es espiritual y que podía depender completamente del poder de Dios para mantener mi salud. Estas palabras de Mary Baker Eddy en su libro Ciencia y Salud siempre me trajeron inspiración: "El hombre no es materia; no está constituido de cerebro, sangre, huesos y otros elementos materiales... El hombre es idea, la imagen, del Amor; no es físico". Ciencia y Salud, pág. 475.
Continué orando y después de unas semanas los exámenes mostraron que la cantidad de glóbulos rojos había aumentado. Esto me dio mucho ánimo, por lo que seguí orando cada vez más. Después de seis semanas pude regresar al trabajo, aunque la sangre no había regresado a un nivel normal. Finalmente, después de varios meses, y a instancias de mi trabajo, volví a hacerme un análisis de sangre y el mismo demostró que la condición se había normalizado. Esto me demostró una vez más que puedo depender solamente del tratamiento espiritual, que Dios es mi único médico y la oración mi única medicina.
El tratamiento mediante la oración es parte de mi jornada espiritual, y en él voy aprendiendo poco a poco que Dios me ha creado como Su idea perfecta y completa. Así fue como, al profundizar mi entendimiento espiritual, se produjo la curación.
Conocer mejor a Dios según lo enseña la Ciencia Cristiana tiene un efecto espiritual que se manifiesta en el cuerpo, y en nuestra vida diaria nos ayuda a resolver los problemas que podamos estar enfrentando. Si se trata de una situación económica, de pronto se manifiestan los fondos que necesitemos: si es un problema emocional, uno logra relacionarse mejor con la gente con quien tenía problemas. En mi caso, se trató de una forma muy grave de anemia y resultó en que mi salud se restauró por completo.
Lo maravilloso es que la oración científica trae paz, aun antes de que se produzca la curación, y eso nos llega cuando entendemos mejor nuestra relación con Dios y el cuidado que Él brinda, proveyendo a cada persona de todo, salud perfecta y una vida plena.