Transcurrieron muchos años en que, siendo joven y soltera, mis días comenzaban bien temprano, trabajaba afuera por largas horas todo el día y atendía mis deberes como hija de mis padres, pero siempre sentía que me faltaba algo.
Pasó un tiempo y, ya más adulta y con un hijo, conocí la Ciencia Cristiana. En Ciencia y Salud fui encontrando las respuestas a preguntas que me había hecho toda mi vida. Percibí que Dios es una entidad de bien activo en nuestra vida, que nunca nos abandona y que, como dice la Biblia, "en él vivimos, y nos movemos, y somos". Hechos 17:28.
Con el estudio de esta Ciencia fue desapareciendo un sentido de escasez, pues la oración me fue mostrando cuán grande es la bondad de Dios. En esa época, como mi esposo tenía problemas de tipo personal y económico, me puse a estudiar corte y confección y diseño de modas, pues, me di cuenta de que era necesario que consiguiera una entrada extra de dinero para mi familia. Pronto comencé a pensar en la posibilidad de abrir un pequeño taller de confecciones, pero el único inconveniente era que no tenía el dinero para adquirir una máquina de coser. Una tarde, a eso de las seis, después de haber estado orando todo el día, tocaron el timbre de mi casa. Era mi hermano. Para mi sorpresa, alcanzándome una máquina de coser que él traía, me dijo: "Sé que quieres salir adelante y necesitas esto". Esta fue la primera de muchas demostraciones de provisión que he tenido en mi vida gracias al estudio de esta Ciencia.
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