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Segundo siglo de la Ciencia Cristiana: profundidad, dimensión, demostración

¿Qué significa dar escuchar

La más grande y más santa de todas las causas

Primera parte

Del número de mayo de 2010 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mary Baker Eddy amaba su país, los Estados Unidos, y admiraba a los "héroes y heroínas" que se sacrificaron para establecer sus ideas democráticas y la libertad religiosa. Aun así, sus comentarios del Día de la Independencia del 4 de julio de 1886, que empezaron con mucho patriotismo, en seguida se centraron en las serias necesidades del movimiento de la Ciencia Cristiana. A la congregación reunida en Chickering Hall en Boston, le dijo: "Jamás se hizo un Ilamado más solemne e imperioso que el que nos hace Dios a todos nosotros, aquí mismo, por una devoción ferviente y por una consagración absoluta a la más grande y más santa de todas las causas". Luego hizo una sorprendente declaración: "La hora ha Ilegado. La gran batalla de Armagedón está sobre nosotros. Los poderes del mal se han unido en secreta conspiración contra el Señor y Su Cristo, tal como se expresan y operan en la Ciencia Cristiana".Escritos Misceláneos 1883—1896, pág. 177.

¿Cómo podía una iglesia recién surgida, sin ni siquiera un ministro ordenado o un edificio propio, estar envuelta en el Armagedón, el conflicto apocalíptico final entre el bien y el mal que profetiza el Apocalipsis? El hecho es que el libro de la Sra. Eddy, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, y el Consolador que éste dio al mundo, habían iniciado una revolución. Como ella les dijo a sus estudiantes en la convención nacional de 1888 en Chicago: "La Ciencia Cristiana y los sentidos están en pugna. Es una lucha revolucionaria".ibíd., pág. 101.

Comparando este conflicto con dos guerras anteriores por la libertad en los Estados Unidos, la Guerra Revolucionaria por la independencia nacional y la Guerra Civil para liberar a los esclavos, ella señaló al enemigo como las fuerzas de la materia y el mal que se oponen a que la humanidad se libere del pecado, la enfermedad y la muerte. Es cierto, las instituciones teológicas y médicas no habían sido nada amistosas con la Ciencia Cristiana. No obstante, el enemigo era algo mucho más importante: la "evidencia falsa" de los cinco sentidos físicos, condenados a caer ante la evidencia "absoluta y terminante" del Espíritu, la Ciencia divina.ibid., pág. 99.

Entre los Científicos Cristianos de la época, este "enemigo" se manifestó como una actitud centrada sólo en sí mismos, que a veces los hacía desear más las comodidades humanas que el Consolador. Les gustaban mucho las curaciones y la prosperidad que les traía la Ciencia Cristiana, pero con frecuencia le escapaban al compromiso espiritual necesario para ser sanadores abnegados y compartir el Consolador con la humanidad. A veces eran ignorantes de la enormidad del conflicto en el que se encontraban, y de la magnitud de la Ciencia Cristiana misma. El día que la Sra. Eddy habló acerca de "la más grande y más santa de todas las causas", también le escribió a su estudiante Ursula Gestefeld, explicando que la nueva iglesia sólo sobreviviría "Si todos están dispuestos a poner el yo bajo los pies del Amor, y cuando surja la pregunta terminante de quién es el mayor, como antaño, ellos contesten como hizo el Cristo: El que sea el mayor, que sea tu sirviente..."L15662, The Mary Baker Eddy Library Collection, The Mary Baker Eddy Library. Lamentablemente, Gestefeld no comprendió lo que la Sra. Eddy quiso decirle, y con el tiempo dejó la Ciencia Cristiana por el movimiento de "curación por la mente".

La "peria de grand precio" de la Ciencia Cristiana

¿Y qué es exactamente la Ciencia Cristiana? ¿Cuál es su destino extraordinario? Es, nada más y nada menos, que la ley de Dios, la ley universal y eterna de la armonía que sostiene toda la creación. Es un redescubrimiento del "Principio divino en operación continua" con el que Jesús sanaba, y con el cual cualquiera puede sanar hoy y siempre.Ciencia y Salud, pág. 123. Es el Consolador que Jesús prometió que enviaría para enseñar a sus seguidores "todas las cosad".Juan 14:26. Proclama al mundo las nuevas maravillosas de que el Espíritu es Todo-en-todo, y que la materia y el mal son nada. Que los hijos e hijas de Dios, lejos de ser esos mortales sufridos y pecaminosos, que desde hace tiempo los teólogos afirman que son, son tan espirituales y perfectos como Dios los creó.

Una y otra vez, Mary Baker Eddy llamó a la Ciencia Cristiana "la perla de gran precio". Ella, por supuesto, se estaba refiriendo a la parábola de Jesús sobre el mercader de Medio Oriente quien, con toda diligencia, busca las perlas más finas, y cuando finalmente encuentra una perla de gran valor, vende todo lo que tiene y la compra. Jesús dijo que esa "perla de gran precio" representa "el reino de los cielos", el nuevo cielo y la nueva tierra que él estaba poniendo de manifiesto para sus discípulos, cada día.Véase Mateo 13:45, 46, Versión Moderna.

Casi dos mil años después en Nueva Inglaterra, una nueva visión del cielo y de la tierra se abrió para Mary Baker Eddy, sacándola de la semi invalidez y llenando su vida de luz espiritual. No es de extrañar que ella asemejara la realidad cósmica que la sanó a la "perla de gran precio" de la parábola de Jesús.L02551, July 6, 1877, Mary Baker Eddy Collection. Ella eligió un nombre simple para su magnífica revelación—"Christian Science" (Ciencia Cristiana)—y dedicó los siguientes 45 años de su larga vida a dar esta perla a la humanidad, mediante la enseñanza, explicándola meticulosamente en su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituars, y sanando a miles con ella. No obstante, la Sra. Eddy vio un peligro y, así como el Maestro había advertido a sus seguidores que no arrojaran sus perlas a los cerdos, ella advirtió a los Científicos Cristianos que defendieran su tesoro de aquellos que tratarían de destruirlo.Véase Mateo 7:6; Esc. Misc., pág. 307.

La Ciencia Cristiana ya no era más una invención personal de Mary Baker Eddy, que la perla en la parábola de Jesús una creación del propietario del negocio. Ella afirma que esta Ciencia es "tan antigua como Dios".Véase Ciencia y Salud, pág. 146. Sin embargo, fue ella quien trabajó sin descanso para desenterrar y pulir la joya de la Ciencia divina, para que nosotros pudiéramos teneral en nuestras manos, por así decirlo, y dejar que nuestras vidas brillaran con su gloria.

Maravillada por las implicaciones trascendentales que tendría su descubrimiento, la Sra. Eddy escribió a los Científicos Cristianos de Atlanta: "A medida que trabajáis, los tiempos adelantan; porque la majestad de la Ciencia Cristiana enseña la majestad del hombre".La Primera Iglesia de Cristo, Cientifico, y Miscelánea, pág. 188. Esto no quiere decir que la Ciencia Cristiana fuera majestuosa en un sentido restringido como denominación religiosa. No; sino que ninguan teología antes había puesto la majestad de Dios como Amor, Verdad y Principio, tan al alcance de la gente. Ninguna había nunca abierto tan ampliamente las páginas de la Biblia como un libro de promesa, no de castigo. Ninguna de las teologías había dado a conocer a niños, hombres y mujeres la majestad de su "individualidad y destino" superiores como ideas de Dios, semejantes al Cristo. Ninguna había nunca antes dado una "panacea soberana" para salvar a la humanidad del pecado, la enfermedad y la muerte.Ciencia y Salud, págs. 266, 407.

¿Que se requiere de nosotros como Cientificos Cristianos del segundo siglo?

Las demandas del mal y del materialismo no han disminuido desde que la Sra. Eddy instó en Chickering Hall a los Científicos Cristianos a apoyar "la más grande y sagrada de todas las causas". Todo lo contrario, han aumentado. De modo que la pregunta que ella planteó aquel día todavía se aplica como un mandato urgente en esta época: "¿Se entregarán ustedes total e irrevocablemente a la gran labor de establecer la verdad, el evangelio y la Ciencia necesarios para salvar al mundo del error, el pecado, la enfermedad y la muerte?"

Meras palabras nunca podrán contestar esta pregunta. Sólo podemos responder con nuestra vida. Sí, los desafíos del siglo XXI parecen abrumadores: degradación ambiental, pandemia del SIDA, la caída de valores morales y familiares, pobreza, terrorismo, estados atmosféricos violentos, materialismo. Pero ¿acaso esas condiciones no apuntan también a las enormes oportunidades que hay para que se manifiesten la curación y la demonstración cristiana en esta época? ¿Para alimentar el creciente anhelo que tiene la humanidad de lograr una espiritualidad pura, una verdadera salud? ¿Para participar de la guerra enaltecedora y revolucionaria entre la Ciencia y los sentidos?

No obstante, si usted y yo vamos a unirnos en esta lucha divina, tenemos que "vender" todo aquello que nos impida "comprar" la perla de gran precio de la Ciencia Cristiana. Poner en el altar todo lo que nos distraiga de demonstrar realmente esta Ciencia. Para cada uno de nosotros, estas distracciones asumen diferentes formas, tal vez se presenten como temor, duda o desesperación. Tal vez, como una frenética actividad humana, o simplemente pereza. Incluso pueden presentarse como un falso sentido personal de rigidez y conflicto entre Científicos Cristianos.

Aun así, si realmente queremos la perla de gran precio de la Ciencia Cristiana, lo sacrificaremos todo, por más doloroso que sea, para adquirirla. La Sra. Eddy en una ocasión escribió una nota sobre las perlas, diciendo que son "en realidad las lágrimas de las ostras. ...un producto del dolor, de ahí que sean la perla de gran precio del sufrimiento santificado".A10248, The Mary Baker Eddy Collection. Puede que nos cueste algunas lágrimas, a medida que aprendemos a ser más humildes, afectuosos, valientes, capaces de perdonar, obedientes a Dios. Pero ese mismo anhelo de aprender estas cosas es oración. Y si usted y yo atesoramos persistentemente aunque sea una pequeña chispa del deseo de ser un sanador para el siglo XXI, Dios avivará esa intención sincera y la transformará en una llama formidable.

Ser un guerrero en "la más grande y más santa de todas las causas" es el privilegio más grande. Ahora es ciertamente el momento de que cada uno de nosotros nos elevemos como guerreros-sanadores. El Armagedón no va a esperar, y nada menos que la salvación de la humanidad está en juego.

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