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ESTADOS UNIDOS

Sana de distensión muscular

Del número de noviembre de 2012 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A mí siempre me ha gustado jugar al fútbol. En una ocasión comencé a jugar con un equipo de muchachos de un país que tiene rivalidades con mi país de origen, en Centroamérica. Recuerdo que iba a las prácticas con los colores de mi bandera, que son azul, blanco y rojo, mientras que la mayoría de los otros jugadores iba con los colores de su país. Esta rivalidad hacía que me fuera difícil jugar con ellos en el equipo, pues a veces me hacían pases largos, como para que no pudiera conseguir el balón.

Resultó que en una de las prácticas tuve una distensión muscular muy dolorosa en una pierna, por lo que decidí dejar de jugar y sentarme a ver la práctica, mientras ponía en orden mi pensamiento. Yo ya me había dado cuenta de que algo estaba pasando que debía corregir en mi manera de pensar.

Comencé a orar con la idea de que todos somos iguales ante los ojos de Dios. El amor de Dios es universal, es para todos. Al mantenerme firme en esa línea de razonamiento percibí que la distensión tenía mucho que ver con la tensión que había entre los miembros del equipo y yo. Simplemente por las nacionalidades.

Sobre la base de que Dios es Amor y que nos ama a todos por igual, rechacé que hubiera motivos para separación alguna entre nosotros, y diferencias que causaran conflicto. Oré para ver que todos somos hijos de un mismo Dios amoroso, un Dios que nos ve a todos por igual, con el mismo amor. Mary Baker Eddy escribe: “El Amor es imparcial y universal en su adaptación y en sus concesiones” (Ciencia y Salud, pág. 13). Pensar de esta forma hizo que me sintiera mejor.

Podríamos decir que todos llevamos la camiseta del mismo equipo.

No jugué fútbol por unas dos semanas, y durante ese período logré resolver esta situación de conflicto interiormente. La distensión muscular sanó rápidamente cuando cambié mi manera de pensar, porque la solución siempre está en el pensamiento.

Cuando oro por lo general comienzo con la totalidad de Dios, porque Él está en todo lugar, es omnipresente. Si aceptamos esto, no podemos aceptar la existencia de otro poder capaz de producir discordia. El amor a nuestro prójimo nos motiva a cambiar el pensamiento respecto a los demás. La oración me ha llevado a comprender que no ayuda ver a nuestro prójimo como algo que no sea la imagen y semejanza del mismo Dios que nos hizo a todos. La verdadera hermandad consiste en ver que somos expresiones únicas e individuales de la Vida divina porque todos somos hijos del mismo Dios y Padre. Podríamos decir que todos llevamos la camiseta del mismo equipo.

Cuando me sentí bien, me vino la idea de volver a jugar con ellos y ponerme la camiseta con los colores de la bandera de ellos. Esto hizo que me recibieran muy bien y fue el fin del problema.

Hoy continúo jugando al fútbol de vez en cuando, y de esta relación con los miembros del equipo han surgido amistades muy buenas. Otro resultado bueno es que el director técnico, que es de ese otro país, me ha ayudado a mí de otras maneras. Es maravilloso ver cómo un simple cambio en el pensamiento, lleno de amor y comprensión, sanó no solamente la condición física, sino también mi relación con los demás.


Original en español

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