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COSTA DE MARFIL

Sana de muchas enfermedades

Del número de noviembre de 2012 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Antes de conocer la Ciencia Cristiana, hace ya más de 20 años, yo sufría de muchas enfermedades: tenía un problema grave en los ojos, dolores de espalda, reumatismo y constipación crónica. A menudo lloraba debido a mi situación, preguntándome si mi vida sería mejor algún día. Oraba mucho según la religión que seguía en aquel entonces.

Durante los servicios religiosos de aquella iglesia, la gente daba notables testimonios de curación, eso me hacía cuestionar la manera en que oraba (¿qué estaba haciendo mal?), y aumentaba mi sensación de culpabilidad y lástima de mí mismo.

De inmediato declaré que no estaba enfermo, y me sentí apreciado en las manos de Dios.

El pastor de aquella iglesia me había sugerido que dedicara algunos momentos a orar y ayunar. Noté que al hacerlo me sentía mejor, y que la mejoría duraba por unos días después de dejar de ayunar, pero a la semana los problemas de salud regresaban y en realidad empeoraban. Esto creó en mí una gran confusión.

Fue entonces que comencé a hacerme muchas preguntas, y a preguntarle a Dios: “¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Para qué he venido a la tierra? ¿Por qué estoy sufriendo? A veces cuando me encontraba solo lloraba amargamente. Entonces un día, le prometí a Dios que si me sanaba Lo serviría por el resto de mi vida. En ese momento yo tenía la convicción de que Dios podía sanarme.

Ese mismo año, durante unas vacaciones, decidí regresar a la aldea donde había nacido (yo estaba viviendo normalmente en la capital), y me quedé con mis padres. En casa, tenía la radio encendida la mayor parte del tiempo para escuchar música y estar al tanto de las noticias. Una noche, como no me podía dormir, dejé la radio encendida esperando que me ayudara a descansar. Tarde esa noche, sintonicé un programa radial sobre la Ciencia Cristiana, era una transmisión en francés desde Boston, en los Estados Unidos. Ese programa de radio captó mi atención inmediatamente, pues hablaba de amar a un Dios que cuida de Su propia creación. También hablaba del hombre creado a imagen de Dios, exento de pecado, puro, precioso ante la vista de Dios, y que jamás enfermaba. No pude menos que suspirar de alivio y de inmediato declaré que no estaba enfermo, y me sentí apreciado en las manos de Dios.

Al final del programa, apunté una dirección que dio el locutor, y cuando regresé a la capital, envié una carta a esa dirección pidiendo el libro que ofrecían, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Recibí el libro por correo seis meses después. Sentí una alegría inmensa. Lo abrí de inmediato, frente a la oficina de correos, y comencé a leerlo allí mismo. Continué leyendo cuando regresé a casa, y lo leí hasta que me quedé dormido, tarde por la noche. Dormí como no lo hacía en días. Mientras dormía me embargó una sensación muy grande de felicidad y me sentí rodeado de una dulce calidez.

Cuando desperté por la mañana, me di cuenta de que mis ojos estaban completamente sanos. Muy pronto todas las otras enfermedades también desaparecieron, y he estado sano desde entonces.

Pocos días después de comenzar a leer Ciencia y Salud, me vino a ver una vecina y me pidió que orara por sus dos hijos que estaban muy enfermos de malaria. Este problema les impedía comer y asistir a la escuela. Estos niños se habían negado a tomar las medicinas prescritas por el médico, y su madre estaba desesperada. Me pasé unos minutos orando por ellos, y continué haciéndolo de regreso en casa. A los tres días los niños estaban completamente sanos, y regresaron a la escuela al día siguiente. Mi vecina vino a verme para confirmar la curación.

Esta experiencia me enseñó que Dios jamás discrimina: niño o adulto, todos pueden ser sanados. Esa fue la primera vez que apliqué lo que había comprendido de la perfección de Dios y la perfección de Sus hijos para poder ayudar a otros. Leal a mi promesa de servir a Dios por el resto de mi vida, posteriormente me anuncié como practicista de la Ciencia Cristiana, lo que significa que uso todo mi tiempo para orar por aquellos que me piden ayuda para ser sanados. Estoy muy agradecido, no sólo por haber sido liberado de todas las enfermedades que me atormentaban en el pasado, sino más que nada, por haber descubierto cómo sana Dios, y por estar consagrado al ministerio de curación.


Original en francés

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