Antes de conocer la Ciencia Cristiana, hace ya más de 20 años, yo sufría de muchas enfermedades: tenía un problema grave en los ojos, dolores de espalda, reumatismo y constipación crónica. A menudo lloraba debido a mi situación, preguntándome si mi vida sería mejor algún día. Oraba mucho según la religión que seguía en aquel entonces.
Durante los servicios religiosos de aquella iglesia, la gente daba notables testimonios de curación, eso me hacía cuestionar la manera en que oraba (¿qué estaba haciendo mal?), y aumentaba mi sensación de culpabilidad y lástima de mí mismo.
De inmediato declaré que no estaba enfermo, y me sentí apreciado en las manos de Dios.
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