Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Curación de dolores de espalda, de estómago y de un dedo

Del número de marzo de 2012 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estaba pasando una época de mucha presión en mi trabajo, de esto hace unos años. Un día, llegué a casa con mucho dolor en la espalda. Esto fue algo totalmente inesperado, pues no había hecho ningún esfuerzo en el trabajo. Mis familiares me ayudaron a acostarme y les pedí que me alcanzaran una revista de El Heraldo. Recuerdo que el primer artículo que leí decía: “La señora llamó a la practicista [de la Ciencia Cristiana] porque tenía un fuerte dolor de espalda”. Esto me hizo reír porque me pareció increíble. Ni bien leí el artículo me dormí y cuando me levanté al día siguiente estaba totalmente libre del dolor.

Me llenó de enorme gratitud comprobar que la respuesta ya estaba allí. Yo tenía varios Heraldos, y el que comencé a leer justo tenía el artículo con la respuesta que necesitaba en ese momento. Así es como la Verdad golpea a nuestra puerta cuando estamos esperando, cuando más lo necesitamos.

Como escribe Mary Baker Eddy: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud, pág. 494). Y la respuesta puede ser una canción, una flor, un susurro, cualquier cosa. Dios siempre llega con Su pensamiento a nosotros.

Conocer la Ciencia Cristiana fue para mí aprender a vivir, porque si bien soy una persona muy tranquila, había cosas que me sacaban de mi sitio, de mi tranquilidad, y me involucraban en otras cosas. Ahora aprendí a no reaccionar, sino a esperar, sonreír y orar. Y orar es mi gozo, como dice el apóstol Pablo: “Estad siempre gozosas”. Por eso oro sin cesar. No lo hago con palabras repetitivas, sino con ideas, trayendo más luz donde parece haber oscuridad.

Ciencia y Salud dice que la oración “es respondida en la medida en que llevemos nuestros deseos a la práctica” (pág. 15). Esa práctica, ese deseo de ver en todo mi derredor que la gente es feliz, que puedo darle a alguien que está triste una sonrisa y me la devuelve, o compartir con esa persona algún concepto espiritual y ayudarla, es algo que a mí me llena de alegría y de mucha gratitud.

Hace poco tuve una experiencia que me demostró una vez más el poder de la gratitud. Estaba sola participando en una reunión en otro país. Un día me empecé a sentir mal, me vinieron vómitos y comencé a tener mucho frío. Así que me quedé en la habitación del hotel donde estaba, me metí en la cama toda vestida y cubierta de mantas. No podía leer porque me mareaba. Me puse a orar, pero no lograba recordar ninguna idea o frase de Ciencia y Salud o de la Biblia que me trajera inspiración. Entonces, simplemente me puse a dar gracias por todo el bien que había recibido a lo largo de mi vida: por las curaciones de mis hijos; por miles de pequeños detalles; por poder compartir esos días junto a los compañeros que participaban de la reunión. Pronto me pude levantar de la cama y me sentí perfectamente bien. Fue una curación instantánea. Pero eso no fue todo. Hacía un tiempo que me dolía mucho la base del dedo pulgar, según como lo moviera. Esa misma noche, sentí un ruido en la mano y vi como que algo se ponía en su sitio, y el dolor desapareció.

Todo esto me ha mostrado la importancia de expresar gratitud, porque no sólo sané del problema de estómago, sino que se resolvió algo por lo que no estaba orando específicamente. Fue maravilloso.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / marzo de 2012

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.