Una de las cosas más importantes que he comprobado en mi vida es que la abundancia divina se puede manifestar en abundancia en nuestra vida diaria.
Un día, cuando mis hijos eran pequeños, estaba hirviendo leche para la merienda de la tarde y se me derramó la mitad, quedándome con sólo medio litro. Al principio me angustié porque no podía comprar más, pero enseguida me puse a pensar en Dios, en cuyas manos está nuestra vida, y en Su inmenso amor, y esto me trajo tranquilidad.
Hacía poco tiempo que estudiaba la Ciencia Cristiana y estaba aprendiendo cuán cercanos están los ángeles de Dios, o pensamientos inspirados. Esto me ha ayudado en momentos en que he sentido mucha responsabilidad por la crianza de mis niños y por querer guiarlos lo mejor posible.
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