Aveces con aprecio, otras con críticas mordaces, tanto periodistas y eruditos como otros observadores han reconocido el fuerte liderazgo y la penetrante inteligencia de Mary Baker Eddy. A uno de los fiscales claves en la demanda legal que se lanzó contra ella cuando tenía ochenta y siente años, se le escuchó comentar a regañadientes: “La Sra. Eddy fue más aguda que una trampa de acero”. Minnie A. Scott reminiscences, The Mary Baker Eddy Collection, The Mary Baker Eddy Library.
Los Científicos Cristianos pueden ciertamente entender de qué estaba hablando el abogado, aunque no estarían de acuerdo con su punto de vista, no sólo porque el abogado era de la parte contraria, sino porque los Científicos Cristianos no tienen la tendencia de pensar en la inteligencia de la Sra. Eddy en términos personales.
Las curaciones que hemos experimentado han tenido poco que ver con una mente humana, y todo que ver con la creciente comprensión de que todo es la Mente divina, no la materia. Hemos llegado a conocer esta Espíritu o Mente, no como una doctrina o ideal abstracto, sino como una presencia de maravillosa bondad. De hecho, cuando alguien es sanado por la Ciencia Cristiana siente el cuidado amoroso de Dios, y esa sensación realmente tiene que ver con la increíble realidad de Dios, quien es el Amor mismo, como enseña el Nuevo Testamento.
La verdad es que todavía estamos aprendiendo esto. No obstante, la Ciencia del Cristianismo nos guía continuamente hacia una comprensión más profunda.
Un liderazgo afianzado en la revelación
Cuando la Sra. Eddy descubrió la Ciencia Cristiana, percibió que la impresión de la mente humana de que su propio ser y vida estaban separados de Dios, era producto del pecado, la ignorancia y la simple falta de experiencia espiritual. Posteriormente, en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, ella lo explicaría así: “El Espíritu es el Ego que jamás sueña, sino que comprende todas las cosas; que jamás yerra y siempre está consciente; que jamás cree, sino que sabe; que jamás nace y jamás muere. El hombre espiritual es la semejanza de este Ego”.Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 250.
Para la Sra. Eddy, esta revelación, que lo incluye todo, hizo posible que su liderazgo fuera fuerte, atrayente, afectuoso y eficaz. Esta revelación le dio la certeza inamovible del propósito y la dirección de Dios, aun ante lo que podrían haber sido frustrantes ataques personales y una abrumadora oposición. No obstante, mucho después de la revelación de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy continuó sintiendo la necesidad de saber más del único YO SOY o Ego. En el prefacio de Ciencia y Salud ella escribe: “Hoy, aunque regocijándose en algún progreso, todavía se considera una discípula bien dispuesta a la puerta celestial, aguardando la Mente de Cristo”. Ibíd., pág. ix.
El cristianismo tradicional había adoptado desde el principio la importancia del sacrificio propio y de expresar humildad ante Dios. Requería renunciar a cosas, deseos, metas impulsadas por el ego, formas de pecado. Pero estas elecciones morales son tan solo el principio de muchas cosas sumamente necesarias. Si, de hecho, la Mente divina y el Amor divino son la realidad sustentadora del universo — y lo son — entonces ¿no sería acaso nuestra más grande necesidad dejar de lado por completo todo el sentido adulterado del ser, de ese “viejo hombre” al que se refiere el Nuevo Testamento?Véase Efesios 4:22–24. Dejar de lado el yo claramente significa mucho más que ser altruista.
“No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30)
Esta nueva y generosa consciencia, otorgada totalmente por Dios, trajo sorprendente curación por medios puramente espirituales a aquellos con quienes se encontraba la Sra. Eddy. Por primera vez desde el principio del cristianismo, la palabra de Jesús era aceptada por completo: “De cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también”. Juan 14:12.
Las personas que Mary Baker Eddy comenzó a sanar, a menudo eran gente que ella realmente no conocía: un clavadista de circo, un carpintero, un vendedor de muebles, un aparente enemigo. En otras ocasiones fueron familiares y conocidos: una sobrina, el hijo de una vecina, los queridos miembros del personal de su casa. El libro tan útil y oportuno publicado por La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy: Christian Healer, Amplified Edition (Yvonne Caché von Fettweis and Robert Townsend Warneck, 2009), ofrece una idea clara de la curación que comenzó a fluir muy naturalmente del metódico discipulado cristiano de la Sra. Eddy.
Un comentario que ella le hizo en una ocasión a una estudiante permite captar la dimensión de la realidad divina que ella sintió detrás de esas curaciones. Ella dijo: “Yo vi el amor de Dios rodeando al universo y al hombre, llenando todo espacio, y el Amor divino inundó mi consciencia de tal manera que pude amar todo lo que vi con una compasión a la manera del Cristo. Esta comprensión del Amor divino se expresó en ‘la hermosura de la santidad, la perfección del ser’ (Ciencia y Salud, pág. 253), que sanaba, regeneraba y salvaba a todos los que a mí acudían en busca de ayuda”.Conocimos a Mary Baker Eddy, págs. 41–42.
“Llamada a restaurar la menguante fe de muchos”
Mary Baker Eddy comprendió — más que ningún otro líder religioso de los dos últimos milenios — que Dios, el Espíritu, es la gran y única realidad del ser. Ella también demostró el poderoso efecto sanador de la Verdad. Ella sabía que prometía una liberación revolucionaria del espíritu humano a medida que el Cristo, la Verdad, avanzara leudando y cambiando la atmósfera del pensamiento humano.
Su descubrimiento de la Ciencia del Cristianismo, de las leyes divinas de Dios, el bien, se produjo justo en el momento en que gran parte del mundo religioso estaba sintiendo que las afirmaciones basadas en la fe eran cada vez más arrasadas por un torrente de sofisticado conocimiento material de la materia. Charles C. Bonney no era Científico Cristiano, no obstante, percibió algo del extraordinario significado de todo esto cuando con valentía dirigió la sesión de apertura del Congreso Mundial de Religiones en 1893. Él dijo: “No ha habido en años recientes manifestación más notable de la intervención de la divina Providencia en los asuntos humanos, que aquella evidenciada en la creación de la comunidad conocida como Científicos Cristianos, quienes han sido llamados a proclamar la verdadera armonía que existe entre la religión y la Ciencia, y a restaurar la fe menguante de muchos respecto a los verdades de las sagradas Escrituras”Escritos Misceláneos 1883–1896, pág. 312.
¿Nos damos cuenta acaso de que el “llamado” que el clérigo estaba describiendo es nuestro hoy en día?
La continuidad del liderazgo de la Sra. Eddy
Dos artículos sumamente importantes del Manual de la Iglesia pueden ayudarnos a percibir algo más del liderazgo de Mary Baker Eddy, su continuidad y significado universal. Pensar en ellos nos ayuda a recordar que ella no tenía duda de que el Manual de la Iglesia no era simplemente para su época, sino para toda la eternidad.
El Artículo XXII tiene el título “Relación y deberes de los miembros para con la Pastora Emérita”. Y la Sección 2 se titula: “Un miembro no es un guía”. Declara: “A un miembro de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Mass., no deberán llamarlo Guía los otros miembros de esta Iglesia cuando se use esta palabra en relación con la Ciencia Cristiana”.Manual de la Iglesia, pág. 65. De la existencia misma del Estatuto, ciertamente podemos concluir que debe haber una continua y seria necesidad de que nos recuerden esta regla. Y ciertamente una implicación es que nadie puede ocupar el lugar de la Sra. Eddy. Ningún plan o sentido de liderazgo personal respecto de la Ciencia Cristiana será nunca válido.
El Artículo VIII, Sección 6, titulado “Alerta al deber”, dice así: “Será deber de todo miembro de esta Iglesia defenderse a diario de toda sugestión mental agresiva, y no dejarse inducir a olvido o negligencia en cuanto a su deber para con Dios, para con su Guía y para con la humanidad. Por sus obras será juzgado, — y justificado o condenado”.Manual, pág. 42.
¿Qué quisiera que dejáramos de pensar que la Sra. Eddy es nuestra Guía y así olvidar el deber que tenemos para con ella? Básicamente, el magnetismo animal malicioso e ignorante haría eso mediante la sugestión mesmérica. Cuando tomamos plena consciencia de los intentos que hubo de derrocar el continuo liderazgo de Mary Baker Eddy durante su vida, comprendemos mejor la diabólica mentalidad que está todavía en operación bajo diversos disfraces. Hoy en día, de manera tan específica como cuando ella estaba en vida, las sugestiones agresivas son dominantes. Por ejemplo:
• El argumento de que el liderazgo de la Sra. Eddy pertenece al siglo pasado.
El hecho es que la revelación de la Ciencia en sus escritos sigue estando mucho más adelantada que las épocas, y continuará liderando durante siglos. La Sra. Eddy sabía que era así. Ella jamás renunció a su liderazgo.
• La sutil sugestión de que el homenaje personal que se brinda a una personalidad humana y el conocimiento histórico de ella, puede sustituir nuestra propia demostración de la Ciencia del Cristo en la curación.
La Sra. Eddy detestaba la exaltación de las personas. Ella la contrarrestaba respecto a sí misma siempre que se manifestaba entre sus seguidores. Decía que sólo “una curación más práctica y elevada” realmente la honraría a ella y aseguraría la perpetuidad de la Ciencia Cristiana. Véase Mary Baker Eddy: Christian Healer, Amplified Edition, p. 260.
• Posiblemente la imposición más insidiosa de todas sea que se espera demasiado de la gente en esta época y que nadie puede estar a la altura ni seguir las exigencias del liderazgo de la Sra. Eddy.
La simple verdad es que la vida de Cristo Jesús y la comprensión cristianamente científica que tenía la Sra. Eddy de esa vida, ilustran exactamente el opuesto. Demuestra de manera decisiva que nos elevamos porque somos elevados por el espíritu del Cristo. Somos sostenidos por el Amor divino mismo.
La colina, di, Pastor, cómo he de subir.../ y con gozo seguiré / por el duro andar.
Mary Baker Eddy, Escritos Misceláneos, pág. 397.
¿Quién no ha sentido las olas mesméricas del pensamiento mundano de hoy, que inundan y tratan de arrebatar de nuestra mano el sentido espiritual y divino que significan todo para la humanidad? Pero el tierno y fuerte espíritu del Cristo está siempre aquí para elevarnos por encima de las olas del magnetismo animal y las sugestiones burlonas y maliciosas de la mente carnal. Como el discípulo Pedro, perdemos el temor de que, después de todo, nuestro propio ego e ingenuidad personal pueda habernos finalmente hundido. Aprendemos que toda la impresión de la existencia material, incluso nuestra propia identidad supuestamente débil, no es de ninguna manera lo que Dios nos ha hecho que fuéramos. Entonces somos elevados y salvados por la Verdad.
¿Qué es entonces lo que más se necesita en este segundo siglo de la Ciencia Cristiana? ¿No es acaso que profundicemos nuestra comprensión de la vastedad del Principio divino, el Amor, que yacía detrás del liderazgo de Mary Baker Eddy durante su vida? Este liderazgo permanece para nosotros en cada página de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. No obstante, se requiere de trabajo y esfuerzo para seguirlo. No podemos, por ejemplo, simplemente desear que desaparezcan las corrientes mesméricas del magnetismo animal. No podemos pasar por alto las etapas en que tenemos que profundizar nuestra espiritualidad como describe la Sra. Eddy — el conocimiento de sí mismo, la humildad y el amor — en su artículo “El camino”.Véase Escritos Misceláneos, pág. 355–359. Este crecimiento constante nos hace dignos seguidores. Nos hace tomar consciencia cada vez más del Amor infinito que es en verdad supremo sobre la oposición de la mente carnal.
¿Hemos asumido el compromiso de obtener esta nueva comprensión otorgada por Dios, de percibir aún más las dimensiones de la Ciencia divina que pueden cumplir con el potencial de la Causa de la Ciencia Cristiana en su segundo siglo? ¿Estamos sanando a otros? ¿O somos como niños cuyo grado de atención se ha acortado y sosegado, y corren en todas direcciones en busca de algo nuevo, más fácil, que brinde satisfacción en el momento? ¿Estamos en cambio creciendo en el amor desinteresado, la gracia y la piedad que realmente proporcionan lo único nuevo bajo el sol?
Mary Baker Eddy escribe con visión y promesa profética: “Cuando la Ciencia Cristiana disipe la nube de falsos testigos, y el rocío de la gracia divina, al caer sobre las flores marchitas de gozos fugaces, levante cada pequeña hoja del pensamiento hacia el Espíritu, y el ‘Israel según la carne’, que participa de sus propios altares, deje de ser, entonces ‘el Israel según el Espíritu' llenará la tierra con las energías divinas, la comprensión y el eterno flujo de las corrientes de sensación y consciencia espirituales”.Esc. Mis., pág. 360.
¿El corazón de quién no sería conmovido para seguir a una Guía así?
Publicado originalmente en
The Christian Science Journal