Cuando comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, sólo aplicaba sus enseñanzas para resolver problemas económicos, tensiones en las relaciones, es decir, en aspectos de mi vida que no tenían nada que ver con la salud.
Hoy, después de haber tenido varias curaciones físicas con el estudio de Ciencia y Salud, me doy cuenta de que nuestro crecimiento espiritual se va dando progresivamente a medida que resolvemos mediante la oración científica, los desafíos que se nos presentan, incluso de salud, Es, sin duda, una travesía que nos transforma y nos bendice, y nunca nos deja donde nos encuentra.
En una ocasión, me apareció en el tobillo izquierdo un quiste que comenzó a inflamarse y a crecer, y me dolía cuando usaba botas. Esto me produjo miedo, sin embargo, quise aplicar lo que estaba aprendiendo acerca del hombre en Ciencia y Salud y no pedir un diagnóstico médico. A veces, las definiciones médicas infunden temor, que, como aprendemos en la Ciencia Cristiana, es la base de las enfermedades.
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