Si eres miembro de una iglesia pequeña y en la comunidad no parece haber mucho interés en la Ciencia Cristiana, no te preocupes. Continúa trabajando. Toda actividad espiritual constituye la Iglesia, instruye a otros acerca de la Ciencia Cristiana y bendice a todo el mundo.
En los últimos años he visitado 20 de un total de 56 países en África. Siempre regreso inspirado por lo que están haciendo los Científicos Cristianos africanos. Por ejemplo, en Kinshasa, República Democrática del Congo, hay seis iglesias, cuatro sociedades y varios grupos informales, además de 20 practicistas listados. Algunas iglesias tienen muchos alumnos en la Escuela Dominical y celebran varios servicios religiosos los domingos. En una de las cumbres para jóvenes en las que di conferencias, había 600 participantes.
No obstante, cuando regreso de África a Canadá o a los Estados Unidos, también me siento agradecido por lo que se está logrando en estos países donde la Ciencia Cristiana está más establecida, aunque no crece en cantidad. Lo que ocurre es que aquí, donde la cantidad no es tan grande, cada uno de nosotros no es un remanente, sino un pionero, para esta época y cultura. Cada Científico Cristiano, a pesar de la agresiva expansión de la medicina en estos países, está reconociendo y percibiendo que la base de la impecabilidad y la salud es Dios, la Mente divina. De modo que aprecio mucho a estas súper estrellas espirituales, algunas son verdaderas luminarias, que trabajan en estas áreas del Movimiento establecidas hace tanto tiempo.
Por supuesto, aquellas iglesias que han revertido la declinación en el número de miembros merecen nuestras felicitaciones. Sin embargo, continuar trabajando en una iglesia, aun cuando en la superficie no veamos mucho interés, también es valioso, pues contribuye a que la Ciencia Cristiana expanda su buen efecto dondequiera que esto ocurra.
Cualquiera sea la experiencia que ahora tengas en tu iglesia, cuando mantienes tu pensamiento en línea con el Principio divino, Dios, y permites que tu consciencia sea una transparencia para Él, estás practicando la verdadera Iglesia. Cada vez que rechazas un sentido falso e imperfecto del hombre y afirmas que el hombre es perfecto como la imagen y semejanza propia de Dios, estás sanando.
Mary Baker Eddy escribió: “El que piensa correctamente mora bajo la sombra del Omnipotente. Sus pensamientos sólo pueden reflejar paz, buena voluntad hacia los hombres, salud y santidad” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 210). Esta determinación de honrar a Dios teniendo una sola Mente es la Iglesia real. Y una iglesia filial avanza a medida que se ve a sí misma como una comunidad de pensadores que se dedica a orar de esta manera.
Hablando de comunidad, si al hacer un fuego separamos las brasas de carbón unas de otras, muy pronto dejan de arder. Sin embargo, cuando se las pone juntas, producen fuego, calor y luz. De la misma manera, trabajar juntos con otros que están practicando la Ciencia de la Mente — aunque sean tan solo unos pocos — puede ayudar a que una iglesia se mantenga viva, llena de amor e inspiración, y brille con más resplandor. La verdad es que nunca podremos dejar de dar a la Iglesia. Como tampoco podemos ser privados de sus bendiciones.
“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Cristo Jesús — Mateo 18:20
En una ocasión, di una conferencia para una iglesia en un país de Europa Occidental, y una sola persona participó en la llamada telefónica de preparación para la conferencia. Me sorprendí más aún cuando vi que la única persona que estaba en esa nueva y hermosa iglesia aquella mañana antes de la conferencia vespertina del domingo, era el mismo hombre que había estado en la llamada y me había recogido en el aeropuerto. Él se desempeñaba como Primer y Segundo Lector, ponía la música grabada para los himnos, e incluso recogía la colecta. La congregación estaba compuesta por dos personas que estaban de visita en la ciudad, y yo. El miembro explicó que los otros miembros de la iglesia la apoyaban pero no salían mucho. Sucedió que unas 15 personas asistieron a la conferencia, lo que fue en sí toda una victoria. Me sentí conmovido al ver el valor que este miembro daba a la iglesia y su expectativa de renovación.
No nos juzguemos a nosotros mismos basándonos en cuánta gente viene a nuestros servicios religiosos. ¿Tiene otra iglesia más concurrentes que la nuestra? ¿Asiste menos gente ahora que hace 30 años? Este tipo de preguntas nos distrae de la enseñanza fundamental de la Ciencia Cristiana de que existe una sola Mente que todos reflejamos. Deberíamos medir el crecimiento por cuánto estamos creciendo en gracia y seguimos a Jesús en la vida diaria.
Ya sea que tu iglesia tenga muchos o pocos miembros, lo que enseña la Ciencia Cristiana es verdad, y cada día nos da la oportunidad — con la tranquila confianza en Dios — de contribuir a que toda la humanidad pueda ver esto.
Publicado originalmente en el número de
Septiembre de 2012 del Christian Science Journal.