En una ocasión, iba de compras, cuando al mirar a través de la puerta abierta del departamento en el primer piso de nuestra casa, vi que estaba vacío, no había muebles ni lámparas ni alfombras, y un joven estaba barriendo el piso. En la calle, un camión acababa de llegar. ¡Claro!, ese día llegaban los nuevos inquilinos.
¿Quiénes serían? ¿Tal vez una pareja con hijos? ¿O tres estudiantes que compartirían el departamento? ¿Quizás dos mujeres jubiladas que tendrían de visita a sus nietos todos los fines de semana? Una pregunta tras otra. Mentalmente deseé que los nuevos inquilinos se sintieran felices, y pensé en saludarlos personalmente tan pronto fuera posible.
Una hora después, había algunos aparadores pequeños en la calle, también había sillas y muchas cajas. Varios jóvenes estaban llevando cajas y obras de arte, y en el corredor una joven se había subido a una escalera u estaba colocando una lámpara. La escena parecía feliz, incluso llena de expectativa.
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