A mí me encanta mi colegio. He estado en él desde que tenía tres años y pienso terminar allí mis estudios. Pero hay algo que realmente no me gusta y es la cantidad de objetos que se pierden y nunca se vuelven a encontrar. Muchos objetos personales valiosos desaparecen, como móviles, ¡Pods, o incluso ¡Pads y computadoras.
Por lo general, no tengo una visión muy espiritual de este problema porque, como pienso que es muy injusto que la gente se quede con cosas que no le pertenecen, me da mucha rabia.
Hace unos meses, me regalaron unos "Dr. Dre Beats", unos cascos [auriculares] geniales y muy especiales. A mí me apasiona escuchar música y cantar, así que ese fue un regalo muy importante para mí. Un día en el colegio, llevaba mis auriculares alrededor del cuello y fui a mi clase de coro al otro lado del campus. Al llegar, me saqué los cascos porque no nos permiten llevarlos durante la clase, y al terminar, los dejé olvidados y no me di cuenta hasta el final del día. Cuando volví a buscarlos los cascos ya no estaban. En el primer momento me desesperé y empecé a sentir rabia, pero después recordé lo que mi madre me dice sobre la fe y la confianza que debemos tener en Dios, y que la gente es honrada y buena porque todos hemos sido hechos a imagen de Dios.
Llamé a mi mamá y le conté lo que había pasado. Ella estaba en el auto con mi abuela. Las tres decidimos orar. Sentí que Dios estaba conmigo a cada paso del camino.
Hay un versículo en la Biblia que define la fe como "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1), y yo tenía que tener una confianza total en que la persona que encontrara mis cascos iba a actuar bien y me los iba a devolver. Tenía que tener una fe absoluta.
Pasé los siguientes tres días buscando mis auriculares y orando. Al tercer día, estaba en casa preparando mis cosas para el colegio y pensé buscar mis viejos auriculares para reemplazar los perdidos, pero inmediatamente me vino la seguridad de que los iba a recuperar por lo que no valía la pena buscar los otros.
El siguiente día de escuela pasó volando. Casi se había terminado y yo seguía sin noticias de mis cascos. Entonces, cuando ya me marchaba, una amiga se me acercó y me dijo que, hablando por teléfono con un compañero de ella, le contó que había encontrado unos auriculares y se los había llevado para evitar que alguien los robara. Los había encontrado justo después de que yo los perdiera y los días siguientes no había podido asistir a clase. Mi oración y mi fe habían funcionado y ahí estaban mis cascos sanos y salvos.
Al día siguiente, los trajo al colegio y me llené de alegría al comprobar que eran los míos. Le agradezco a Dios por ayudarme a mantener mi fe y ver la realidad de Su creación.
Original en español