“¡Realmente hay UN DIOS!”, gritó entusiasmada mi amiga mientras aplaudía y una sonrisa iluminaba su rostro. Después de largo tiempo de no ver mucho progreso, varias cosas habían sucedido de forma maravillosa. Probablemente nosotros nos sentiríamos como ella, si después de haber estado orando de pronto ocurren cosas buenas en nuestra vida.
Muchos toman más consciencia de la realidad de Dios cuando sucede algo positivo, especialmente cuando el cambio contrasta notablemente con algún desafío que han tenido que enfrentar. Por ejemplo, un hombre estaba escalando una roca, y de pronto se encontró en una posición muy precaria. Sintió que la situación era realmente peligrosa hasta que recordó un pasaje de la Biblia que habla de mover montañas (véase Marcos 11:23). Sus dedos estaban a punto de perder agarre cuando de pronto apareció un lugar donde podía pisar que antes no había estado allí. En ese momento supo que verdaderamente había un Dios. Una mujer tuvo un accidente y la llevaron de urgencia al hospital, donde los rayos X mostraron una fractura de hueso y otras lesiones. Su curación mediante el tratamiento en la Ciencia Cristiana fue tan rápida que su esposo volvió a mirar las radiografías originales del hospital y la fractura ya no aparecía, aunque el informe médico hecho con anterioridad describiendo la situación, no había cambiado. ¿No crees que ella realmente comprobó que hay un Dios?
Siento que necesito tener la suficiente humildad para reconocer que Dios me está demostrando que Él sí existe.
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