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Sana de picadura de escorpión

Del número de enero de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


Una noche, hace varios años, regresé a casa y no podía encontrar la caja de fósforos para encender mi lámpara. Así que fui a darme una ducha a oscuras. Tan pronto empecé a lavarme, sentí una picadura en mi pie derecho. Instantáneamente sentí un dolor muy agudo. Pero, con la misma rapidez, aún antes de que tratara de determinar qué había ocurrido, me vino espontáneamente al pensamiento un suceso de la vida del Apóstol Pablo. El mismo se encuentra en el libro de Hechos, capítulos 27 y 28 de la Biblia. 

Cuando Pablo era transferido en barco, como prisionero, a Italia, la nave fue destruida por una tormenta. Salvados por la divina providencia, toda la tripulación y los pasajeros, incluso Pablo, se encontraron en la isla de Melita. Para alimentar el fuego que el amable pueblo de la isla había iniciado para secar y calentar a los extranjeros del naufragio, Pablo recogió algunas ramas. Al ponerlas sobre el fuego, una víbora salió de ellas y lo mordió. Pablo simplemente sacudió la víbora y no sufrió daño alguno. La gente de la isla esperaba que él muriera rápido. Pero después de esperar un rato largo, se dieron cuenta de que nada le pasaba, y dijeron que era un dios.  

¿Era él realmente un dios? Los isleños pensaron que él era extraordinario, invulnerable. Pero de hecho, Pablo comprendía que él era espiritual, la expresión de Dios. La materialidad no podía tocar su naturaleza espiritual. Él sabía que no era un dios, sino que había sido creado a imagen y semejanza del único Dios. Pensé en lo que explica Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Lo temporal y lo irreal nunca tocan lo eterno y lo real. Lo mutable y lo imperfecto nunca tocan lo inmutable y perfecto. Lo inarmónico y lo que se destruye a sí mismo nunca tocan lo armónico y existente de por sí” (pág. 300).

Pablo sabía que el veneno de la serpiente no podía tocar su verdadero ser. En el momento mismo en que la serpiente lo estaba mordiendo, Pablo era, y siempre había sido, nada menos que la imagen y semejanza de Dios. La verdadera naturaleza de Pablo era espiritual, pura e inalterable. La materia, en forma de veneno, no podía hacer que Pablo tuviera inflamación, sufrimiento, parálisis ni muerte.  

Pablo percibió que la creación de Dios es perfecta. Todas las criaturas de Su creación son buenas. Ninguna de ellas está llena de maldad ni puede expresar ningún mal. La Sra. Eddy escribió sobre este tema: “Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles, indestructibles” (Ciencia y Salud, pág. 514). Esto apoya lo que afirman las Escrituras: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Otro personaje de la Biblia, Daniel, confiando en esta verdad, dio prueba de su efecto práctico al salir ileso del foso de los leones. Él declaró: “Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño” (Daniel 6:22).

Todas las criaturas de Su creación son buenas. Ninguna de ellas está llena de maldad ni puede expresar ningún mal.

Todas estas inspiradoras ideas me vinieron muy naturalmente mientras me estaba bañando. Yo había estado orando de esta forma durante muchos años, y ahora cuando necesitaba curación, permití que la inspiración divina me guiara, de acuerdo con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. Este método de tratar los problemas ha demostrado ser muy confiable. Lo he usado para mí mismo, y para mi familia, e incluso en mi trabajo. Confío en este método de curación, y se ha transformado en mi medicina.  

Así que, volviendo a aquella noche, terminé de lavarme y me fui a la cama. Al día siguiente, cuando desperté, noté que mi pie estaba inflamado, pero no sentía dolor. Cuando fui al baño a prepararme para el día, vi que había un escorpión en la bañera. Se estaba moviendo de un lado al otro tratando de salir, pero no lo lograba. Lo saqué fuera de la casa, y me vestí. Aunque el pie estaba inflamado, logré ponerme el zapato, así que pude ir al trabajo. Para cuando llegó la noche la inflamación había disminuido, y al día siguiente, estaba completamente sano. 

La picadura de escorpión es considerada extremadamente peligrosa, y a veces incluso mortal, pero las enseñanzas de la Ciencia Cristiana me han convencido de que un escorpión no puede hacerle daño al hombre. Somos muy privilegiados de que Mary Baker Eddy haya revelado qué es realmente el hombre. En la Biblia está escrito: “Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1: 27). ¡Eso es exactamente lo que somos!

Le agradezco a Dios por poder probar un poco más cada día que el hombre es espiritual y perfecto. Comprender esta verdad y vivirla constituye una firme defensa diaria para cada uno de nosotros.

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