Mi época del liceo, desde los 12 a los 19 años, fue un desastre. Mis actitudes estaban completamente fuera de lugar. Yo iba de prender fuego a los baños del liceo hasta tomarle el pelo constantemente a los profesores. Llevaba una vida totalmente errada.
Alcohol y tabaco fueron mis compañeros constantes. Mis padres trataron de encontrar alguna solución para mi conducta y me cambiaron de un liceo público a uno privado. Pero comencé a beber alcohol en exceso y a emborracharme todos los fines de semana. No aprobé los exámenes ese año, lo tuve que repetir y volví al liceo público.
Allí reanudé viejas amistades y conocí las drogas. Con mis amigos consumíamos drogas a diario con el mismo exceso que consumíamos alcohol.
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