Muchas personas se preguntan: ¿Qué es la muerte? ¿El final de todo? Y los que mueren, ¿van a parar al cielo, al infierno, o a algún lugar en el medio? ¿Van a reencarnarse en una forma física? ¿Por qué ha estado siempre la humanidad tan fascinada con la muerte?
La alegoría de Adán y Eva en el segundo y tercer capítulo del libro del Génesis, afirma que el hombre está hecho del polvo y vuelve al polvo. Es decir, el hombre nace siendo mortal y, por lo tanto, su vida tiene que terminar inevitablemente en la muerte. Esa es una condena terrible y contraria al primer capítulo del Génesis, donde se nos da el verdadero concepto del hombre como creado a imagen y semejanza de Dios. Dios es la Vida misma, la Vida eterna, por lo tanto, no tiene comienzo ni fin. La Vida es Espíritu, no es de ninguna manera material o mortal. El hombre, por ser el reflejo de Dios, la Vida, simplemente no muere.
Yo fui criada en una familia de Científicos Cristianos. Cuando crecía, vi muchos problemas de relaciones, de profesión, de finanzas y de salud, sanados mediante la comprensión y confianza de que Dios valora profundamente a cada uno de Sus hijos. Aprendí que Dios es Vida, Verdad y Amor, el Todo-en-todo, y no deja lugar alguno en el universo para ningún tipo de discordancia o muerte.
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