Este mes se celebra la Pascua, lo que siempre nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre la vida y obra de Jesús y su entrañable amor.
Me gusta pensar que su resurrección es realmente una celebración de vida. Con ella Jesús demostró a la humanidad que la vida es eterna. Su misión no sólo fue ayudarnos a liberarnos del pecado y el sufrimiento, sino presentarnos a un Dios que es el amor mismo, y a enseñarnos a amarnos los unos a los otros.
En su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy define la resurrección como “Espiritualización del pensamiento; una idea nueva y más elevada de inmortalidad, o existencia espiritual; la creencia material sometiéndose a la comprensión espiritual” (pág. 593).
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