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Resurrección

Del número de marzo de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Este mes se celebra la Pascua, lo que siempre nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre la vida y obra de Jesús y su entrañable amor.

Me gusta pensar que su resurrección es realmente una celebración de vida. Con ella Jesús demostró a la humanidad que la vida es eterna. Su misión no sólo fue ayudarnos a liberarnos del pecado y el sufrimiento, sino presentarnos a un Dios que es el amor mismo, y a enseñarnos a amarnos los unos a los otros. 

En su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy define la resurrección como “Espiritualización del pensamiento; una idea nueva y más elevada de inmortalidad, o existencia espiritual; la creencia material sometiéndose a la comprensión espiritual” (pág. 593).

Las enseñanzas y ejemplo de Cristo Jesús nos impulsan a analizar dónde está nuestro pensamiento. ¿Seguimos aceptando que los desafíos y limitaciones que enfrentamos son parte natural de la existencia, o estamos tratando de comprender nuestra identidad espiritual?

Haciéndose eco del Génesis en la Biblia, la Sra. Eddy a su vez pregunta: “Adán: ¿Dónde estás tú?”; “¿Está nuestra consciencia en la materia o en Dios? ¿Tenemos otra consciencia aparte de la del bien?” (Escritos Misceláneos, pág. 179).

Muchos hemos comprobado que pensar con frecuencia en las enfermedades y en las cosas malas que han sucedido y suceden a nuestro alrededor, obstaculiza el progreso porque nos mantiene estancados en el error, en el ayer. Mientras que tener una actitud positiva y una expectativa de bien frente a la vida, centra nuestra atención en Dios, y trae progreso y curación. 

Todos somos capaces de expresar al Cristo, al hombre creado a imagen de Dios; de saber que nuestra verdadera y única identidad es espiritual, en la cual estamos libres de malos sentimientos, libres de enfermedades, libres de limitaciones. Todos podemos llegar a comprender que somos espiritualmente sanos, puros e inteligentes.

Este cambio en nuestra manera de pensar brinda una paz y una renovación interior muy grande, y nos hace partícipes, en cierto grado, de la resurrección. 

Con afecto,


 

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