Mi esposo muchas veces se ríe cuando manejamos de regreso a casa. Dice que estamos tan ansiosos de volver, que siempre nos toma menos tiempo de lo esperado. No es simplemente por el placer de tomar el “tecito” que ya es tradición en la familia, sino por la sensación de paz y seguridad, de volver al hogar, a lo tuyo.
Mary Baker Eddy escribió con acierto que el “hogar es el lugar más querido de la tierra, y debiera ser el centro, aunque no el límite, de los afectos” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 58).
Ya sea que estemos de vacaciones o en viaje de negocios, instintivamente transformamos el lugar donde nos quedamos en nuestro hogar. ¿Acaso no decimos “Vamos a casa”, cuando queremos regresar al hotel, cuarto o incluso tienda de campaña, donde nos estamos hospedando?
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