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Artículo de portada

Curación de adicción a la bebida y al tabaco

Del número de agosto de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en español


Mi primer contacto con la Ciencia Cristiana ocurrió estando yo de novia con quien ahora es mi esposo. Él había concurrido desde muy niño a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Viendo las necesidades que yo tenía, él me dio un ejemplar del libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. 

Yo tenía una gran resistencia a todo lo que fuera espiritual y las discusiones que tenía con él eran precisamente porque él asistía a la iglesia. Pero una noche, procurando que nadie me viera, tomé el libro, comencé a leerlo, y me di cuenta de que era irresistible. Comencé leyendo el capítulo de la oración que concluye con el Padre Nuestro, incluso con el sentido espiritual que le dio la Sra. Eddy. Aunque no lo comprendía bien sentí una gran atracción por esta oración.

Tomé el libro y me di cuenta de que era irresistible.

En aquel entonces, yo era también propensa a reaccionar y a irritarme muy fácilmente, produciendo mucha desarmonía con los seres que amaba, y esto me hacía muy infeliz. Sin embargo, no sabía que el Cristo estaba operando en mi consciencia, y con el tiempo comencé a moderar mi carácter.

Poco después nos casamos y tuvimos tres hermosos hijos. 

Con el tiempo salieron a la superficie otros falsos rasgos de carácter, como por ejemplo, la timidez. Una vez más, el tentador, o la mente carnal, pretendía engañarme, haciéndome creer que para sentirme segura, darme valor y poder tomar decisiones tenía que recurrir a la bebida y al cigarrillo. Muy pronto esto se convirtió en un hábito. 

En momentos de lucidez, recordaba mi mala actitud con mi familia a quien amaba, y esto me hacía sentir mucha culpa. Entonces volvía a recurrir nuevamente al libro Ciencia y Salud, donde siempre encontraba consuelo; sin embargo, como no persistía en la lectura de este libro, otra vez caía en la misma situación. Esto me afectaba físicamente y mi familia sentía temor al ver mis reacciones violentas.

Este problema continuó hasta que en un momento de desesperación, como el hijo pródigo en la parábola de la Biblia (véase Lucas 15:11-24), volví en mí y comprendí que tenía que pedir ayuda mediante la oración a un practicista de la Ciencia Cristiana. Así fue que sin decírselo a nadie fui a verlo.

Cuando me encontré con el practicista sentí inmediatamente el Amor divino, reflejado y expresado en él. Después de contarle todas mis penurias, noté con sorpresa que él no se asombró ni me condenó, sino que afirmó que yo era y soy la hija bien amada de Dios.

Me recomendó que leyera la página 475 de Ciencia y Salud, donde aparece la definición de “hombre”, así como la página 406 donde dice: “ El apetito depravado por las bebidas alcohólicas, el tabaco, té, café, opio, es destruido sólo por medio del dominio de la Mente sobre el cuerpo”. Me recomendó el himno N° 51, del Himnario de la Ciencia Cristiana. La segunda estrofa me reveló lo que yo soy para Dios como Su reflejo perfecto: 

Ningún defecto pudo dar
el Dios que es Creador,
al hombre, fruto de bondad,
a quien Amor formó.
Verdad, Amor y Vida
son el molde celestial,
y el hombre es nítida creación
de forma divinal.
(Mary Alice Dayton © CSBD)

Fortalecida por la oración del practicista, un proceso de regeneración comenzó a producirse en mí. Me di cuenta de que ya no necesitaba del alcohol y el cigarrillo, y poco a poco los dejé totalmente. Mi carácter también cambió, y me volví una persona mucho más tranquila y paciente. 

Ese fue el fin de mi calvario, ¡sentí que nací de nuevo! Agradecidos, mi esposo y yo comenzamos a asistir regularmente a una iglesia filial de la Ciencia Cristiana, y llevamos a nuestros hijos a la Escuela Dominical. Esta curación ocurrió hace más de treinta años y ha sido permanente.

La Ciencia Cristiana ha sido una bendición para mí y mi familia. 

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