En el pasado, la inseguridad, la angustia y el temor formaban parte de mi vida. Pero hace tres años, el temor aumentó de tal manera que se transformó en una depresión que necesitaba sanar. No dormía bien. Por la mañana, sentía que no podía levantarme para hacer algo, y a menudo estaba como paralizada por el temor. No encontraba paz.
Con el estudio de la Ciencia Cristiana había tenido a lo largo de los años varias curaciones físicas (sané, entre otras, de neurodermatitis y varias alergias), y también había superado otras dificultades. Sin embargo, ahora el temor constante determinaba mi manera de pensar. Yo acostumbraba a orar de una forma que siempre me había dado una sensación de libertad, pero ahora parecía que esto no era de ninguna manera posible. Por esa razón recurrí a la ayuda de la psicoterapia. Soy terapeuta Gestalt de profesión y me pareció natural enfrentar esta crisis, entre otras cosas, entendiendo y reconociendo lo que había detrás de las experiencias que había tenido. Sin embargo, el temor continuaba.
En un momento de profunda de- sesperación, me volví a Dios de todo corazón y le pedí que me mostrara cómo superar el temor. Ahora estaba lista para ceder completamente a Su dirección. Ese fue el punto decisivo. De pronto me embargó una gran paz, y me di cuenta con mucha claridad que por ser hija del Dios perfecto, por ser Su idea, fui creada sin el más pequeño elemento de temor. Comprendí plenamente que el temor no formaba parte de mí. Ahora podía pensar en quién soy yo en realidad. Abandoné todos los métodos psicoterapéuticos y volví mi pensamiento totalmente a Dios.
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