Siempre me he sentido muy agradecida por saber y haber comprobado que una enfermedad no tiene por qué seguir su curso, sino que puedo orar reclamando mi verdadera identidad espiritual como reflejo de Dios, y sanar. A principios del año pasado, comencé a tener un problema en la piel que me producía mucho escozor e irritación.
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