Siempre me he sentido muy agradecida por saber y haber comprobado que una enfermedad no tiene por qué seguir su curso, sino que puedo orar reclamando mi verdadera identidad espiritual como reflejo de Dios, y sanar.
A principios del año pasado, comencé a tener un problema en la piel que me producía mucho escozor e irritación. Como siempre había recurrido a la oración en la Ciencia Cristiana y obtenido buenos resultados, empecé a orar dirigiendo mi pensamiento a Dios.
Yo había aprendido que mi ser es espiritual, así como lo es el de todos los demás. Dios es Espíritu, por lo tanto, todo lo que Él ha creado es espiritual y tan perfecto y armonioso como Él Mismo. Aún así me seguía preguntando cómo era posible que me estuviera pasando eso en la piel.
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