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Liberado del asma

Del número de agosto de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


De 1983 a 1990, sufrí de serios ataques de asma. Hasta las cosas más pequeñas parecían provocar una reacción: exposición al polvo, al humo de cigarrillo e incluso al perfume, así como comer ciertos alimentos. Durante estos ataques, no podía dormir de noche, y mi vida era extremadamente difícil.

Una noche, como no podía dormir debido a otro ataque, encendí la radio y estaban transmitiendo un programa preparado en Boston, Estados Unidos: El Heraldo de la Ciencia Cristiana en francés. Así que empecé a escucharlo. Alguien estaba diciendo que el mal es irreal, que la enfermedad no tiene poder sobre nosotros, que Dios nos creó a Su imagen, y que no podemos ser presa de la enfermedad. Así que exclamé: “Pero ¿qué es esto? ¡Yo necesito saber más!” A la mañana siguiente, escribí a la dirección que habían mencionado al término del programa y tres semanas más tarde recibí el libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Ojeé las páginas y empecé a leer los testimonios de curación que se encuentran al final del libro, porque realmente me llamaron la atención. 

Pero me resultó difícil leer el resto del libro, más que nada porque desafiaba mucho mi manera de pensar habitual. Era marzo de 1990, y como era maestro, decidí que al término del año escolar, durante el verano, tendría bastante tiempo de quietud para leer este libro con tranquilidad. De modo que a principios del verano, volví a abrir el libro y lo leí continuamente durante cinco días. Al pasar de un capítulo a otro, sentía un gran alivio. Estaba empezando a comprender que la enfermedad no tenía poder sobre mí. Cuando llegué al siguiente pasaje, tuve la certeza de que había sanado: “Continúe leyendo, y el libro vendrá a ser el médico, calmando el estremecimiento que la Verdad a menudo produce sobre el error cuando lo destruye” (Ciencia y Salud, pág. 422).

Ahora comprendía que toda enfermedad es irreal, y que siempre es un error de creencia.

Fui a ver a mi familia de inmediato, y les dije que estaba sano. Sin embargo, como mi respiración todavía no se había normalizado, no me creyeron. Pero insistí, porque yo sentía en lo profundo de mi corazón que la enfermedad había desaparecido a pesar de las apariencias externas. Empecé a dormir normalmente, y en un mes, la condición respiratoria había desaparecido por completo. Se lo conté enseguida a mi esposa, quien estuvo de acuerdo en que realmente estaba respirando con total libertad. 

Mi progreso espiritual continuó a partir de ese momento. Seguí leyendo Ciencia y Salud, y casi de inmediato sané de malaria, enfermedad que me afectaba con mucha frecuencia. Esta curación fue el resultado natural de comprender que toda enfermedad es irreal, y que siempre es un error de creencia. Desde entonces, no he dejado de leer y estudiar Ciencia y Salud. También me hice miembro de la Sociedad de la Ciencia Cristiana en Lomé, y de La Iglesia Madre.

Agradezco a Dios por haber encontrado la Ciencia Cristiana. Es un verdadero tesoro, y cuando te apropias de ella, ciertamente encuentras curación. Llegas a comprender la verdadera naturaleza de Dios y el hombre hecho a Su imagen, de modo que puedes estar seguro de que ¡estás realmente en buenas manos!

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