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Cómo se reconoce a un cristiano

Del número de septiembre de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Septiembre de 2013.


 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. —Cristo Jesús

Esta es una orden muy directa ¿no es cierto? No obstante, ¿es este “nuevo” mandamiento diferente de los Diez Mandamientos que Moisés dio a la humanidad y que Jesús con tanto entusiasmo apoyó? ¿Es acaso diferente de la respuesta que Jesús dio a la pregunta que un buscador de la Verdad hizo en su época: ¿Cuál es el gran mandamiento en la ley? A lo cual Jesús respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39).

En lo que llamó el nuevo mandamiento, Jesús destaca dos específicos y vitales aspectos. Primero, la importancia de amarnos los unos a los otros de la misma forma en que él demostró su amor por nosotros. Un amor puro, generoso, perfecto, incondicional, espiritual, que refleja individualmente al Amor divino mismo. 

La segunda parte es la sorprendente adición a todos los otros mandatos, instándonos a amar: Tú y yo seremos conocidos como seguidores de Cristo Jesús por una prueba específica: el amor que tengamos los unos por los otros. Él no dijo que aquellos que siguieran sus enseñanzas serían mejor conocidos como cristianos —o identificados como sus seguidores— por su gran número, o por el éxito, la riqueza o incluso la salud que tuvieran. Y si bien es cierto que Jesús esperaba que nosotros hiciéramos las obras sanadoras que él hizo arraigadas en el amor, y nos lo indicó de una forma muy específica: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8) —él no dijo que seríamos mejor conocidos como sus seguidores por esas obras sanadoras. 

Jesús fue muy claro: Sus seguidores —los que siguieran sus enseñanzas, al Cristo— serán conocidos como tales por el amor que se tienen unos a otros. 

Este nuevo mandamiento es tan “nuevo” y estimulante hoy, como lo fue cuando Jesús se lo dio a sus primeros discípulos siglos atrás. Contiene una clave importante para que toda la humanidad reconozca más plenamente al Cristo, ya sean nuestros vecinos, familia, aquellos que pertenecen a otras religiones o a ninguna en particular, incluso aquellos que tal vez se consideren enemigos. Todos nos reconocerán a ti y a mí como seguidores de Cristo, por el amor que nos tenemos los unos a los otros. 

He aquí una pregunta que con toda seriedad podemos hacernos a nosotros mismos: ¿Amo realmente a los cristianos, a los miembros de mi iglesia, de la misma forma que Jesús me ha amado a mí?

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