Serví en el ejército de Brasil durante gran parte de mi carrera. Hace unos años, después de jubilarme, empecé a trabajar en una empresa comercial. Esta nueva ocupación no me dejaba tiempo para hacer ningún tipo de ejercicio.
Dos años después de retirarme, cuando reanudé algo de mi actividad física, como correr, me empezaron a doler las rodillas. En una ocasión, corrí por la mañana y en la tarde mis rodillas estaban muy tiesas. Tenía que hacer un esfuerzo para poder doblar las piernas.
Como estudiante de la Ciencia Cristiana, estoy acostumbrado a apoyarme en la oración para sanar cualquier dificultad, incluso problemas físicos. Había aprendido que cualquier disfunción se debe a un concepto errado de nuestro verdadero ser, el cual es espiritual, hecho a imagen y semejanza de Dios. De modo que esa tarde hice un esfuerzo para elevar mi pensamiento en oración a Dios sabiendo que, por ser Su reflejo, soy espiritual y no puedo creer una mentira acerca de mí. Esta mentira es la sugestión de que vivo en la materia y tengo que sufrir debido a ella porque limita mis movimientos, o me afecta de cualquier otra forma. Si pudiera estar limitado de alguna manera, expresaría finitud, el opuesto irreal e hipotético de Dios, el Espíritu infinito. Y eso era imposible.
El temor es eliminado, los síntomas de toda enfermedad desaparecen y nosotros somos sanados.
Como resultado de mi oración, el dolor y la rigidez se aliviaron un poco. Sin embargo, siempre que corría tenía miedo de que mis rodillas se pusieran tiesas otra vez y volviera el dolor. A pesar de eso, continué afirmando que no podía sufrir por hacer algo bueno y natural, que además disfrutaba mucho.
En una ocasión, estaba corriendo y el temor trató de tomar posesión de mi pensamiento otra vez. Entonces me vino a la mente este pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Nuestro Maestro preguntó: ‘¿Cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata?’ En otras palabras: ¿Cómo puedo sanar el cuerpo sin empezar con la así llamada mente mortal, que controla directamente el cuerpo? Una vez destruida la enfermedad en esta así llamada mente, el temor a la enfermedad desaparece, y por consiguiente, la enfermedad es sanada por completo” (págs. 399-400). Me di cuenta de que en la curación espiritual, primero es necesario atar o eliminar a la mente carnal, o el “hombre fuerte”. Esta mente, o lo que la Sra. Eddy denomina mente mortal, de la cual el temor es un elemento, apoya la creencia de que existe un poder opuesto a Dios que puede limitarnos o robarnos nuestra libertad espiritual. Sin embargo, es interesante notar que es esa falsa creencia la que está atada, no el hijo de Dios. Dios nos dio libertad y esa libertad no tiene ataduras, por lo tanto, carece de limitaciones. Cuando percibimos esto, el temor es eliminado, los síntomas de toda enfermedad desaparecen y nosotros somos sanados.
A medida que oraba de esta forma, gradualmente superé el temor a las repercusiones que puede tener el ejercicio en el cuerpo. Entonces, un día en diciembre de 2011, me di cuenta de que estaba corriendo sin pensar en mis rodillas ni en que hubiera tenido algún problema con ellas. Desde entonces, he corrido largas distancias con total libertad, sin ningún dolor, demostrando de manera práctica mi perfección espiritual y las bendiciones que Dios siempre me da.
Río de Janeiro
