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La respuesta a todas nuestras necesidades: ¡al alcance de nosotros!

Del número de septiembre de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


 Un día, fui a ver a un amigo y lo encontré con un grupo de gente bajo la sombra de un árbol. Estaban hablando acaloradamente acerca de un programa de radio que acababan de escuchar, sobre “cómo planear nuestra vida”. Según el locutor de ese show, muchos hombres y mujeres en mi país pasan más de la mitad de su tiempo buscando una vida mejor y nunca la encuentran. Muchos no tienen trabajo ni casa, dependen de su familia y sienten que su vida está como en una pendiente resbaladiza, sin seguridad ni un mañana.

El locutor del programa, por tanto, invitaba a la generación más joven a que despertara, agregando que no dudaran en salir del país e irse a otro lado, si surgía la oportunidad. Estas palabras habían molestado bastante a mis amigos. Se habían preocupado mucho, al punto de que algunos se sentían desesperados. Varios de ellos ya estaban pensando en cuál sería la mejor forma de salir del país, con la esperanza de encontrar una vida mejor en el exterior. Algunos estaban tan enojados ante la idea de estar atrapados y no poder cambiar su situación, que estaban dispuestos incluso a recurrir a la violencia, si fuera necesario, para encontrar una solución.

Cuando caminaba de regreso a casa, pensando en aquella acalorada conversación, me embargó el temor. Me sonaban cada vez más lógicos el razonamiento y las conclusiones del locutor. En aquel entonces, yo trabajaba como voluntario en la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. Me resultaba difícil sostenerme económicamente y a veces no podía hacer frente ni a mis necesidades más básicas. Preocupado por estos pensamientos negativos, pensé en aceptar la oferta de ayuda económica que me había hecho un amigo para abandonar el país. Pero esto significaría dejar mi trabajo como voluntario en la Sala de Lectura.

La Ciencia Cristiana enseña que todos dependemos del único Padre, Dios, quien, sin discriminación, siempre responde a nuestras necesidades.

Durante aquella tormenta mental me vino la idea de abrir mi Biblia. Adentro encontré un pedazo de papel en el cual alguien había escrito un pasaje de la Biblia y otro de Escritos Misceláneos 1883-1896 por Mary Baker Eddy. El pasaje de la Biblia comenzaba con las siguientes palabras: “No se turbe vuestro corazón…” (Juan 14:1). Y de Escritos Misceláneos: “Aquel que busca algo aparte de Dios, pierde en Vida, Verdad y Amor” (pág. 358). No recordaba cuándo había puesto ese papel en mi Biblia, o quién lo había escrito, pero fue como si alguien conociera exactamente todas mis preocupaciones y me estuviera ofreciendo ayuda. Estas verdades me despertaron y empecé a razonar como he aprendido en la Ciencia Cristiana. Esta Ciencia enseña que Dios es Todo-en-todo, que siempre deberíamos poner a Dios primero en nuestra vida, y que debemos tomar consciencia de nuestra identidad espiritual como hijos de Dios, creados a Su imagen y semejanza. Esta Ciencia también enseña que todos dependemos del único Padre, Dios, quien, sin discriminación, siempre responde a nuestras necesidades. Dios es el Amor divino, y siempre cuida de Sus hijos. Después de pensar y orar con estas ideas, la alternativa de irme del país desapareció por completo de mi pensamiento. 

Aun así decidí ir a ver a un practicista de la Ciencia Cristiana y pedirle que orara por mí, ya que la situación de no poder hacer frente ni siquiera a mis necesidades más esenciales no podía continuar así. El practicista me mostró cuánto me amaba Dios, y me invitó a que pensara en el relato de la creación en el primer capítulo del Génesis, junto con su interpretación espiritual que da Mary Baker Eddy en el capítulo llamado “Génesis” en su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. El practicista me aseguró que todos estamos bajo el gobierno del Principio divino, y agregó que la abundancia divina abarca todo lo que necesitamos a diario, puesto que nuestro mundo está lleno de posibilidades espirituales, inextinguibles e infinitas. 

Cualidades tales como satisfacción, generosidad, alegría, compasión y abundancia, son permanentes, y son parte de lo que yo soy. Son mis verdaderas riquezas, y están presentes en todo momento.

Las palabras del practicista me convencieron de que no necesitaba ir a un lugar geográfico específico para demostrar la omnipresencia de Dios, el bien infinito. Cualidades tales como satisfacción, generosidad, alegría, compasión y abundancia, son permanentes, y son parte de lo que yo soy. Estas son mis verdaderas riquezas, y están presentes en todo momento. Después de esta reunión, me sentí totalmente libre de toda sensación de temor o desesperación. 

Poco después, llegó a la Sala de Lectura un amigo mientras yo estaba trabajando. Después de cerrar, seguimos hablando sobre la Ciencia Cristiana, y me ofreció una de sus tierras para que la trabajara sin tener que pagarle alquiler. Acepté con gusto. Allí empecé a cultivar verduras y a venderlas. Al principio tuve que superar algunos problemas porque era nuevo en este trabajo, pero luego me empezó a gustar mucho. Pocos meses después, pude expandir mi labor hasta otro pedazo de tierra, que sí tuve que alquilar. Mi negocio comenzó a desarrollarse con rapidez hasta que pude obtener un pequeño préstamo de un banco especializado en micro-créditos. Lo que al principio parecía difícil o incluso imposible, se volvió fácil y posible gracias a la comprensión que obtuve mediante la Ciencia Cristiana, de que todos ya tenemos ideas infinitas en nosotros mismos. Por lo tanto, ya lo tenemos todo, y no podemos pedir más.

A menudo escucho decir a la gente que si tuviéramos un gobierno diferente y la crisis económica hubiera finalmente terminado, podríamos pagar nuestras cuentas, conseguir un trabajo, registrarnos para estudiar en la universidad. Mi experiencia me ha demostrado que no necesitamos caer en esa trampa. Ahora podemos disfrutar de nuestro divino derecho a la abundancia. Nuestro Maestro, Cristo Jesús, explicó: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35). 

Siempre podemos afirmar en la oración que tenemos la mente “que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5), y demostrar que los recursos que necesitamos son puramente mentales; son ideas espirituales que responden a todas nuestras necesidades, y que ya están a nuestro alcance.

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