Durante 5 años sufrí de depresión. Iba a terapia con diferentes doctores y tomaba pastillas. Lloraba todo el tiempo porque me sentía triste, aunque no sabía por qué.
Casi todo ese tiempo también me dolían mucho el pie y la pierna derecha. Usaba zapatos especiales para aliviar las molestias porque trabajo parada todo el tiempo y camino mucho. Al regresar del trabajo a mi casa cada día el dolor era tan fuerte que caminaba con mucha dificultad. Ya empezaba a renguear de esa pierna, pero no quería que nadie se diera cuenta. Había tenido fisioterapia y consultado con varios médicos, pero sin ningún resultado.
Un día, iba manejando cuando escuché por radio una interesante entrevista con un practicista de la Ciencia Cristiana de mi país de origen, México, que me interesó mucho. Al terminar el programa me vino una gran paz, algo que hacía tiempo no sentía. Traté de memorizar las direcciones donde este señor daría algunas conferencias sobre la curación espiritual.
Este cambio en el pensamiento transformó completamente mi manera de ver la vida.
Al día siguiente, un sábado, tomamos un autobús con mi mamá y mi hija de 3 años (el lugar quedaba bastante lejos de mi casa). Llegamos tarde, pero escuché que el conferenciante sanaba mediante las enseñanzas de Cristo Jesús. Había muchas cosas que yo quería sanar en mi vida.
De modo que el domingo regresamos a escuchar al conferenciante otra vez. Aunque llegamos muy temprano y nos sentamos enfrente del conferenciante para escuchar con mucha atención, yo no lograba entender nada de lo que decía. Pero al término de la conferencia le entregué una cartita en donde había escrito muchas cosas que yo estaba pasando, y me fui.
Aquel día, nos tomó mucho tiempo llegar a mi casa y había estado todo el tiempo cargando a la niña.
Esa noche debíamos asistir a un cumpleaños, así que fuimos con mi mamá en el auto a comprar un regalo. Al acercarme a la caja para pagar, me sorprendí al notar que la pierna no me dolía. Al contrario, sentía como un calorcito que recorría mi pié. Cuando subimos al auto, se lo comenté a mi mamá, porque con todo lo que había hecho ese día normalmente ya no habría soportado el dolor. Mi madre me dijo: “¡Hija, en el nombre de Dios, has sanado!”
Yo no lo podía creer. Incliné mi cabeza en el volante del auto y, llorando, le di gracias a Dios. Esto ocurrió hace varios años y el dolor no se ha vuelto a manifestar.
Fue muy claro para mí, que esa curación fue el resultado de las ideas que había escuchado en la conferencia y del apoyo del conferenciante. Esto me impulsó a estudiar la Ciencia Cristiana. Sentí que era la respuesta a mis oraciones, porque todos los días le pedía a Dios que me diera la oportunidad de estar bien para criar a mis hijas.
Al empezar a estudiar Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras el siguiente pasaje me resultó de mucha utilidad al orar por la depresión: “La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios, una comprensión espiritual de Él, un amor abnegado” (pág. 1).
También en la Biblia encontré muchas citas que me ayudaron. Entre ellas, el Salmo 73: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre” (versículos 25 y 26). Muy pronto y llena de esperanza, dejé de tomar la medicación para la depresión.
El estudio de estos dos libros fue una ayuda maravillosa para mí en aquel momento, y ha traído mucha alegría y paz a mi vida. Aprendí que Dios me ama y está siempre presente, y puedo acudir a Él en cualquier momento.
Al poco tiempo de empezar a estudiar la Ciencia, la depresión desapareció por completo. El cambio que se produjo en mi pensamiento con este estudio, transformó completamente mi manera de ver la vida. Ahora tengo más amor hacia los demás, siento que les caigo mejor a las personas y tengo más amistades. También tengo mucha energía y he podido hacer todas las actividades que no había podido hacer en esos años que estuve con depresión. Comencé a pintar mi casa, a regar mi patio, todo en mi vida empezó a florecer.
Me he dado cuenta de que hay muchas cosas que hacer y disfrutar en la vida, y que cada día es un nuevo despertar para mí. Se ha producido una revolución completa en mi pensamiento y en mi vida diaria.
Ha sido como volver a nacer.
Denver, Colorado
