El Heraldo entrevistó a cuatro estudiantes internacionales que el verano pasado estuvieron haciendo una pasantía en La Iglesia Madre: Sudáfrica, de Inglaterra, de Corea del Sur, y de Kenya. Ellos hablaron sobre los desafíos que enfrenta la juventud en sus propios países, y cómo oraron para superarlos en sus propias vidas.
deSHIRLEY: El desafío más importante para los jóvenes en Sudáfrica es el desempleo. 52% de los jóvenes no tienen trabajo. Muchos no ven la necesidad de estudiar, y prefieren conseguir algún empleo con salario bajo, haciendo cualquier cosa que les dé algo de dinero. Algunos recurren a la venta de drogas o a la delincuencia; otros a vender cosas en las esquinas de las calles. Como mi familia no contaba con el dinero necesario, yo no tenía planeado asistir a la universidad, y busqué un trabajo ni bien terminé el bachillerato. Oré con el Salmo 23, sabiendo que “mi copa está rebosando” (versículo 5), que Dios había llenado mi vida de bien. Conseguí un trabajo muy pronto como asistente personal en una compañía de inversiones. Yo tenía planeado quedarme, pero continué orando con la idea de que la provisión es infinita, sabiendo que “El Señor es mi pastor” (véase versículo 1), que me llevaba dondequiera que necesitara estar, y respondía a mis necesidades. Entonces, una nueva puerta se abrió para mí.
OLIVER: Pienso que es sumamente importante encontrar, no sólo empleo, sino también un camino claro en la vida. Tener un sentido de lugar, sabiendo que hay un lugar divinamente asignado para cada uno, así que nadie puede estar jamás fuera de su lugar correcto. Esto es lo que me gusta de los escritos de Mary Baker Eddy: tienen la firme certeza de que hay un plan divino para cada uno de nosotros.
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