Estoy muy agradecida por la educación, entrenamiento y continua experiencia que obtengo como enfermera de la Ciencia Cristiana. La educación que recibe un enfermero de la Ciencia Cristiana se basa en un estatuto del Manual de La Iglesia Madre (pág. 49) por Mary Baker Eddy.
Ante todo, se requiere “un conocimiento demostrable de la práctica de la Ciencia Cristiana”. La práctica de la Ciencia Cristiana desarrolla nuestra habilidad para escuchar y seguir la dirección de Dios bajo toda circunstancia. Desarrolla nuestra fortaleza espiritual, confianza y total convicción en las leyes de esta Ciencia. El enfermero de la Ciencia Cristiana se dedica diariamente a cultivar su sentido espiritual, y a estar consciente continuamente de la presencia de Dios, con receptividad y preparación espirituales para poder responder a cualquier circunstancia adversa, con el dominio y la simplicidad del Cristo. Esto incluye la habilidad de expresar la Verdad que libera, sin importar el lugar donde se encuentre, ya sea afuera, en un sanatorio de la Ciencia Cristiana, caminando por la calle, o en el seno de un hogar. Estén donde estén, tanto el paciente como el enfermero de la Ciencia Cristiana son siempre receptivos cuando se tornan a Dios para traer curación y armonía.
Puesto que el Principio divino, el Amor, está siempre a mano para responder a nuestras necesidades, el enfermero de la Ciencia Cristiana expresa una confianza absoluta e incondicional en Dios para llevar a cabo las otras labores que realiza al atender las necesidades humanas de su paciente. Los otros dos requisitos del Manual, “la sabiduría práctica” y “cuidar bien del enfermo”, fluyen naturalmente de esta confianza e inspiración.
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