Oí hablar de la Ciencia Cristiana por primera vez cuando escuchaba un programa de radio en francés producido por El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Lo que más me llamó la atención fue la manera tan simple en que presentaba a Dios y todo lo que hace por cada uno de nosotros. Me sentí impulsado a leer la Biblia para aprender más acerca de las maravillas de Dios. Lo leí durante unos ocho meses. Entonces me enteré de que había un grupo informal de Científicos Cristianos en Brazzaville que celebraban servicios religiosos en la casa de uno de sus miembros. Esto fue en 1989.
Llegué a la casa dos horas antes para asistir a mi primera reunión de testimonios un miércoles por la tarde. Ese día, yo había tenido síntomas de diarrea desde la mañana temprano. El señor que abrió la puerta me recibió con una sonrisa y fue muy atento. Me ofreció un ejemplar de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. La revista estaba llena de artículos y testimonios de curación escritos por personas que practicaban la curación cristiana. Me daba vergüenza la idea de tener que pedir permiso para ir al baño, más que nada porque tenía miedo de tener que hacerlo con frecuencia. Esto no era algo que uno normalmente haría en una casa donde no conoce a nadie. Así que oré suplicando: “Dios mío, Padre, Tú me has guiado para encontrarte. Ahora que estoy aquí, por favor, líbrame de ser humillado”.
Después, quise conocer el contenido de la revista que tenía en mis manos, la abrí y me sentí absorbido por la lectura. Tanto fue así que olvidé mi preocupación de tener que ir al baño. Leí tres artículos antes de que otra persona llegara a la casa. Entonces lo ayudé a organizar las sillas para la reunión.
Durante la primera parte de la reunión, un Lector leyó pasajes de la Biblia, incluso un relato de las curaciones de Jesús. Después leyó pasajes correlativos del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Durante la segunda parte de la reunión, muchas personas dieron testimonios de curaciones mediante la oración. Cada uno declaró con firmeza que estamos creados a imagen y semejanza de Dios (véase Génesis 1:26, 27).
Uno de los testificantes explicó cómo había sanado de diarrea orando como había aprendido en la Ciencia Cristiana. Me sorprendí, y pensé: “Voy a ver si yo también puedo sanar con la oración”.
Después de la reunión, tuve que caminar 45 minutos para llegar a mi casa. Cuando llegué pensé en tomar medicamentos para la diarrea, pero enseguida recordé el testimonio que había dado ese hombre, y pensé que yo también podía sanar mediante la oración. Fue entonces cuando me di cuenta de que la condición no me había molestado para nada desde la reunión. No obstante, me sentía un poco escéptico y pensé: “Vamos a ver cómo me siento mañana”.
Los síntomas nunca volvieron a presentarse, y jamás he vuelto a sufrir de esa condición. Reconocí de inmediato que la curación se había producido gracias a las ideas que había encontrado en El Heraldo, las lecturas que escuché en la reunión y los testimonios de curación que la gente había relatado. Como resultado, desarrollé una confianza profunda en el hecho de que podemos ser sanados por Dios, por medio de la oración y sin medicina.
El estudio de la Biblia, Ciencia y Salud y otra literatura de la Ciencia Cristiana, me permitió ver la relación entre Dios y Su idea, el hombre (término genérico que nos incluye a todos). Hoy, libre de temor y duda, he descubierto una fe innata en el hecho de que Dios sana cualquier problema, y estoy feliz de poder compartir esta verdad con otros. También he aprendido a ayudar a los demás mediante la oración en la Ciencia Cristiana. Muchas gracias a todos los que compartieron sus testimonios para apoyar a la humanidad.
Brazzaville
