Una mañana, al despertarme de un sueño, por un momento me sentí mentalmente desorientado. ¿Dónde estaba? ¿Qué hora era? ¿Qué día era? ¿Quién era yo? Advertí que estaba buscando una identidad.
Antes de determinar el hombre que parecía ser, antes de asumir rápidamente mi identidad humana, capté una vislumbre de lo que yo realmente era. Soy espiritual, la creación de la Mente única, Dios. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe en su libro Ciencia y Salud con la Llave de la Escrituras: “Ahora bien, yo pregunto: ¿Hay más realidad en el sueño despierto de la existencia mortal que en el sueño dormido?” (pág. 250). Esto me hizo pensar: ¿Es la vida solo una lucha humana donde somos golpeados con violencia en un universo material lleno de confusión física y mental? ¿O es algo diferente? Como estaba aprendiendo en mi estudio de la Ciencia Cristiana, era algo muy diferente.
A medida que avanzaba el día, me sentí bien y realicé mis actividades normales. Pero rehusé abandonar esa percepción de mi identidad espiritual. En Salmos leemos: “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (pág. 17:15). Me di cuenta de que no necesitaba cargar mi pensamiento con lo que yo no era, sino con lo que soy por ser la semejanza de Dios. La Sra. Eddy escribe, “La sustancia, la Vida, la Inteligencia, la Verdad y el Amor, que constituyen la Deidad, son reflejados por Su creación; y cuando subordinemos el falso testimonio de los sentidos corporales a las realidades de la Ciencia, veremos esta semejanza y reflejo verdaderos en todas partes” (Ciencia y Salud, pág. 516).
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