Estoy muy agradecido a la Ciencia Cristiana por las bendiciones que me brinda con tanta frecuencia. Es un tesoro que tengo a mi alcance todos los días.
Una noche, hace un tiempo, mi esposa me trajo un té en una taza de vidrio. Ella había puesto el agua demasiado tiempo en el horno de microondas. La taza estaba extremadamente caliente, así que tuve que ponerla muy rápido en la mesita que estaba junto a mí. En el apuro, apoyé la taza fuera de equilibrio y la taza se volcó y el agua caliente me cayó sobre la pierna. Rápidamente me quité los pantalones livianos que llevaba puestos, y noté que la pierna mostraba evidencias de una quemadura y me dolía mucho al tocarla.
Esa misma tarde, durante una reunión en mi iglesia, les había contado a los participantes acerca de una curación que había tenido a través de la oración. Por lo tanto, yo sabía que podía apoyarme en las ideas espirituales que me habían inspirado antes para encontrar una solución a la situación que enfrentaba.
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